"Somos terapeutas, tratamos a lomos del caballo"
Sandra Soto (38 años) ojea la carta del restaurante buscando una ensalada. No está a régimen, pero quiere cuidarse y, a ser posible, quitarse algún kilo antes de que empiece el "embolado" en el que se ha metido: participar en el VI Raid Kaliber Andalucía, que se celebra desde hoy y hasta el 9 de abril y está considerada como la prueba de resistencia ecuestre más exigente del mundo. 500 kilómetros repartidos en seis etapas, desde El Rocío (Huelva) a Andújar (Jaén).
La carta ofrece varias ensaladas, pero acaba dejándose llevar por el apetito. Berenjenas rellenas. "Por lo menos es verdura", dice como si tuviera cierto sentimiento de culpa, aunque el reto que tiene por delante bien merece una comida contundente para ir cogiendo fuerzas.
La directora de la Fundación de Terapias Ecuestres corre el raid andaluz
Ha corrido muchos raides -pruebas que se desarrollan al aire libre sobre distintos tipos de terreno- pero nunca uno tan largo como este. Tampoco Puzzle, el caballo árabe de 10 años con el que participa. "Vamos los dos de novatos, a ver qué tal". El que corre es el animal, pero quien lo monta no va de paseo. "El caballo es puro corazón y deportista por naturaleza. No se dosifica. La cabeza la pone el jinete".
Ella se conforma con hacer un papel "digno" y terminar la prueba. Su objetivo no es ganar, asegura, sino dar repercusión a la organización que dirige: la Fundación para el Desarrollo de las Terapias Ecuestres. "No corro como Sandra Soto, sino como representante de la fundación. Mis camisetas, las empresas que me apoyan, no me apoyan a mí, sino nuestra labor". Una labor que empezó en 2007 y que ya, solo en la provincia de Sevilla, atiende a más de un centenar de personas, la mayoría niños y adolescentes. Además, tiene centros en Córdoba, Málaga, Cádiz y Jaén.
A esto ya ha llegado la comida. "¡Esta noche fruta!", exclama al ver la fuente de berenjenas gratinadas, bastante más contundente de lo que pretendía. "Están riquísimas", se consuela. El plato, que llegó ardiendo, se va quedando frío en la charla mientras desgrana el trabajo de la fundación.
En sus centros atienden a niños con "todo tipo de dificultades". Autismo, parálisis cerebral, trastorno generalizado del desarrollo. Y también a adultos con graves secuelas por accidentes de tráfico. Los resultados, en la mayoría de los casos, avalan el éxito del tratamiento. "No es magia. Si montas al niño encima de un caballo sin más no va a servir para nada. El caballo es un facilitador, pero necesita un equipo detrás". El suyo lo integran psicólogos, fisioterapeutas, médicos rehabilitadores, educadores especiales e infantiles y monitores de equitación. "Somos terapeutas que en vez de hacer el tratamiento en un despacho o un aula lo hacemos a lomos del caballo", afirma. Ahí radica parte del secreto. Los chavales acuden motivados a montar y cuidar del animal y, muchas veces, no son conscientes de que están trabajando, cuenta la psicóloga.
Sobre el equino, muchos niños sienten sensaciones inalcanzables para ellos de otra forma. "El caballo al caminar transmite al jinete 110 impulsos por minuto, una superestimulación para estos pacientes", explica Soto con devoción. "Flipo con el caballo y flipo con mis niños, soy una privilegiada. A veces me digo: qué egoísta, cobro por algo que adoro".
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