"¡Así, así, así gana el Madrid!"
El próximo enfrentamiento entre el Sporting y el conjunto blanco evoca la rivalidad que en 1979 generó en El Molinón el cántico por excelencia del antimadridismo
Sucedió hace tantos años que a la semana siguiente Camarón de la Isla publicó La Leyenda del Tiempo y Pink Floyd lanzó The Wall. Dicen que el tiempo cierra todas las heridas. En el ambiente del fútbol también dicen que lo que pasa en el campo queda en el campo. Con este pacto de caballeros se pretenden reservar al olvido los sucesos desagradables. Sin embargo, las cosas que pasaron el 25 de noviembre de 1979 en Gijón siguen agitando la memoria colectiva de la hinchada. Ocurre cada vez que un aficionado entona un cántico que ya es un tópico de la canción de protesta de la Liga. El himno antimadridista más repetido: "¡Así, así, así gana el Madrid!".
Si los aficionados no olvidan lo que vieron, escucharon y cantaron, mucho más imborrable es el recuerdo de aquellos que sintieron los codazos en la boca. De aquellos cuyas rodillas sufrieron las patadas. Y aquellos son Isidoro San José y Enzo Ferrero.
San José: "Ferrero me dio una patada en la rodilla. Estuve 14 meses sin jugar"
Ferrero: "De un codazo, me había roto un diente y el labio. Hizo un paripé. Siguió jugando"
"¡Hola!", dice San José, con predisposición cordial hasta que escucha la pregunta. ¿Qué pasó el 25 de noviembre de 1979? "Solo diré que me supuso 14 meses de lesión", advierte; "no comentaré más. ¡Paso palabra!".
El madrileño San José fue el lateral diestro de una zaga que muchos recitaban de memoria: San José, Benito, Pirri, Camacho. Tenía 24 años cuando su entrenador, Vujadin Boskov, antes del partido en El Molinón, le ordenó que hiciera un marcaje personal al jugador más desequilibrante del Sporting. En la temporada anterior, la Liga se había resuelto en los enfrentamientos directos entre los dos equipos y todo hacía suponer que para ganar el campeonato el Madrid debería imponerse otra vez. Así es que, cuando Boskov le encargó la misión, San José debió de sentir que en sus manos estaba el destino de la empresa. Si frenaba a Ferrero, buena parte del camino estaría allanado.
"El público de Gijón fue siempre fantástico con nosotros", dice García Hernández, entonces el interior zurdo titular del Madrid; "yo siempre me sentí bien tratado allí. Y aquella tarde no escuché que nos gritaran nada. Luego sí recuerdo que salíamos a otros campos y nos cantaban aquello: '¡Así, así, así gana el Madrid!'. Y los compañeros me decían: '¿Te acuerdas? ¡Esto empezó en Gijón!".
La leyenda cuenta que hasta ese 25 de noviembre, salvo en algunos campos excepcionales, el Madrid había sido un equipo casi reverenciado por las aficiones de España. Dicen que la resistencia empezó en Gijón. Y empezó a los cinco minutos del partido. "A los cinco minutos, San José ya me había hecho dos entradas fuertes", recuerda Enzo Ferrero; "en la siguiente acción, recibí un pase en el costado izquierdo y él me dio un codazo y me rompió un diente y el labio. Me di la vuelta, reaccioné y le di un empujón sacándomelo de encima".
Ferrero, un extremo zurdo argentino, procedente del Boca Juniors, habilidoso y goleador, no menciona la patada. San José habla de ella como si aún sintiera los tacos clavados en la rótula. "Se vio claramente en televisión", explica; "Ferrero me dio una patada en la rodilla y yo caí. Me provocó una osteocondritis. Una lesión muy grave para la época. Casi tengo que dejar el fútbol. Es un recuerdo ingrato. Estuve 14 meses sin jugar y a Ferrero lo sancionaron con dos partidos. Para colmo, tuve que escuchar el bendito cantito...".
"Levanté la pierna cuando lo empujé para quitármelo de encima", admite Ferrero, "pero no le hice nada. Fue todo un paripé. Es mentira que le hiciera daño porque siguió jugando todo el partido. Y jugó al domingo siguiente".
San José jugó otros nueve partidos consecutivos. Hasta el 10 de febrero. Luego permaneció lesionado lo que quedaba de campaña y casi toda la temporada 1980-1981. "El árbitro lo vio claro", dice el ex lateral evocando al colegiado Jesús Ausocua Sanz. Interrogado la semana pasada, Ausocua Sanz repitió puntualmente lo mismo que viene diciendo desde hace 30 años: "Primero, pité a favor de Ferrero. Pero, cuando me llevé la mano al bolsillo para coger la tarjeta, vi que Ferrero le hacía una falta alevosa a San José y lo dejaba lesionado. Fue una venganza con agresión. Apliqué el reglamento".
"El árbitro debió expulsarnos a los dos", concluye Ferrero, "pero me mostró la roja solo a mí y, al ver que estaba sangrando, se acojonó. En aquella época, el Madrid tenía mucho peso específico en las instituciones. En la temporada 1978-1979 nos quitaron la Liga en Salamanca y en el Bernabéu con dos arbitrajes que nos barrieron en contra. Por eso la gente, esa tarde en El Molinón, estaba más caliente. Pero no había el antimadridismo que hay ahora".
Una vez ejecutada la expulsión, Ausocua Sanz percibió algo extraño en el ambiente. Algo inusual. "Empezaron a caer almohadillas al campo desde la grada", rememora; "Quini se me acercó y me dijo: 'No te preocupes'. Hubo que interrumpir el partido 15 minutos. Y todo el estadio empezó a gritar aquello: "¡Así, así, así gana el Madrid!".
El entonces entrenador del Sporting, José Manuel Díaz Novoa, dice que el Madrid ganó los títulos de 1979 y 1980 "merecidamente", pero agrega un matiz: "Hoy, el nivel de los árbitros es muy superior. La mayoría de ellos no se equivocan a propósito. Ahora les da más pudor porque los ve todo el mundo en televisión. Antes tenían más miedo a perjudicar al Madrid".
Pirri, el capitán del Madrid en 1979, detectó un cambio: "Antes yo no conocí a muchos antimadridistas. Ahora hay más porque la sociedad ha cambiado. Parece que hay que ser antialgo. En el deporte, en la política, en todo".
Pirri se retiró esa temporada. El Sporting aguantó con uno menos. El partido acabó 1-1. Desde entonces, los antimadridistas tienen su himno.
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