Una de corrupción inmobiliaria
Fernando Tejero y Malena Alterio, la pareja protagonista, levantan pasiones
En el segundo día en Málaga del Festival de Cine Español, la televisión ha dado un puñetazo en la mesa del audiovisual y la gente en la calle ha aplaudido con ganas. Más bien ha vociferado, jaleado y fotografiado a sus ídolos de la pequeña pantalla, algunos de los cuales no salen bien parados cuando cambian de plató. En la sección estrenos, No lo llames amor... llámalo X, con Paco León, Kira Miró y parte del reparto de la serie Aída, provocó tantos gritos de felicidad entre los congregados en torno a la alfombra roja -en Málaga un espectáculo por sí mismo-, como de terror entre los críticos que la vieron después. A concurso estaba Cinco metros cuadrados, de Max Lemcke, con otra pareja televisiva, Fernando Tejero y Malena Alterio, pero aquí la cosa fue diferente.
Max Lemcke narra un drama real en 'Cinco metros cuadrados'
'No lo llames amor... llámalo X' causa furor solo entre el público
Y lo fue porque Max Lemcke (Madrid, 1967) busca su lugar en el cine español por caminos diferentes: sus guiones germinan en la realidad, pero nunca caen en un cine social panfletario. "Eso ocurre porque los guiones nacen de recortes de periódicos, de historias que me llaman la atención". Las guarda y, cuando necesita inspiración, ahí están. Mundo fantástico (2003), su primera película, jugaba a la verdad y a la mentira en la vida de las empleadas del sex shop más grande de Madrid, en la calle Atocha. Casual day (2007), su segundo largo, enfrentaba a empleados y directivos de una empresa en unas de esas jornadas de confraternización para conocerse mejor. En ambas había verdad y había ficción. "Yo rechazo el término cine social, pero siempre parto de elementos reales. La realidad me nutre", asegura Lemcke.
Ahora, con Cinco metros cuadrados, la verdad es la crisis inmobiliaria, y la mentira, el drama de una pareja que ve cómo su piso soñado se queda en los sueños a medio construir por la especulación y la corrupción, y sin el dinero que habían adelantado. Lemcke ha reunido a una pareja ya habitual, Fernando Tejero y Malena Alterio, sufridos tortolitos, y ha colocado a Manuel Morón como concejal de Urbanismo y a Emilio Gutiérrez Caba como el constructor, en el bando de la podredumbre.
"Tanto Casual day como Cinco metros cuadrados no son ni comedia ni drama, sino que están en un término equidistante en el que yo me siento cómodo. No son tampoco ni de autor ni comerciales. Eso ha ido definiéndome poco a poco como director", añade.
Tejero encarna a "un héroe anónimo, un perdedor moderno, una persona que tiene un anhelo sin grandes lujos, y que nos sirve de símbolo de los tiempos". Por eso Lemcke espera que Cinco metros cuadrados [referencia a la medida de la hipotética terraza del piso de los protagonistas] sirva para algo: "Que los que nos han metido en esto sepan de nuestra existencia".
El actor, metido en un personaje muy dramático, está feliz por repetir con Alterio: "Firmaría por trabajar con ella el resto de mis días", dice Tejero. Su presencia, según el director, "se debe a que me gustan directores como Berlanga, que como tradición han usado a cómicos para buenos papeles".
Lemcke defiende hasta el final "su actitud de perdedor con dignidad". Y que debería haber más películas sobre la corrupción inmobiliaria: "Empecé con este guión hace mucho; sí, tendría que estar más presente en las pantallas esta crisis, y eso que saber, sabemos. Con todos los elementos que hay para nutrirnos a nuestro alrededor". Los exteriores, levantinos, con inmensas moles de hormigón abandonadas y sin comprador, acompañan. "Pero una de las historias que inspiró a los actores ocurrió aquí, en la costa malagueña. El mal está en todos los sitios".
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