Fabra inaugura un aeropuerto sin aviones ni permiso de navegación
"Se puede pasear por las pistas, lo que no se podría hacer si despegaran aeronaves"
Castellón ha dejado de ser la única provincia del Mediterráneo sin aeropuerto. Sigue sin haber vuelos con origen o destino en Castellón, porque aún no se ha solicitado la autorización de navegación aérea, pero la infraestructura ya se ha inaugurado. De ello se encargaron ayer el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y el de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, principal impulsor de las instalaciones, que han tenido un coste de algo más de 150 millones de euros.
La iniciativa de construir un aeropuerto en Castellón se ha visto ensuciada por una convulsa y casi eterna gestión del proyecto, su ejecución y, finalmente, su inauguración, cuando aún no existe fecha para que los aviones puedan aterrizar y despegar. "Hay quienes dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones", admitió el propio Fabra, que encontró su justificación en la idea de habilitar la pista de aterrizaje, la terminal y la torre de control para que "cualquier ciudadano que lo desee puedan visitarlas y pasear por ellas, cosa que no podrían hacer si fueran a despegar aviones".
La razón cierta estuvo en la placa destapada en el acto que dice "siendo presidente de la Diputación, Carlos Fabra", algo que no podría figurar en el caso de que se hubiera esperado a su puesta en marcha, ya que Fabra abandona la vida pública. "Eres un visionario", le dijo Francisco Camps.
Fabra intentó que el Gobierno de José María Aznar se hiciera cargo del proyecto. No lo consiguió y la Generalitat asumió su construcción, a través de una sociedad pública, Aerocas, y con la fórmula de la concesión.
La idea surgió hace más de una década, en pleno boom urbanístico, con decenas de proyectos de campos de golf presentados y la iniciativa de construir un parque temático. Nada de esto se ha ejecutado, por lo que la concesionaria, participada por Globalvía, Bancaja, Abertis y las castellonenses Lubasa y PGP, exigió el restablecimiento del equilibrio económico financiero ante la posible falta de rentabilidad en la concesión. Finalmente, hace dos días, Aerocas llegó a un acuerdo con la concesionaria por la que se compromete a costear sus pérdidas durante los ocho primeros años.
Ayer, unos 1.500 invitados aclamaron la iniciativa. Convocados a través de bandos en sus municipios y con invitaciones expresas, y pagadas por sus Ayuntamientos, llenaron una treintena de autocares que convirtieron el aeropuerto en lo más parecido a una estación de autobuses.
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