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Reportaje:

El equipo de la gente

El Obradoiro regresa al liderato de la LEB impulsado por una afición irreductible

Raúl López lleva unos cuantos años en el asalto de la ACB. Lo intentó al frente del Breogán. Se hizo cargo del club nada más dejar éste la máxima categoría y peleó cuatro años sin éxito por un objetivo que ahora busca en Santiago tras un trasvase inédito. López, dueño de la compañía de transporte de viajeros Monbús, es un tipo con carácter que lo mismo se encara con un jugador rival que baja del autocar en la otra punta de España al entrenador de su equipo. El viernes pasado era un hombre feliz abrazado a Michel Ruffin, un portento físico llegado desde Colorado, experto pívot que acude a los partidos con su prole de seis hijos. "Hemos ganado un partido más, pero todo el sufrimiento merece la pena por pasar estos momentos", explicó el presidente del Obradoiro tras despegarse de Ruffin.

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Era un partido más, pero era decisivo. En juego estaba el liderato de la LEB Oro, la única plaza que dará el ascenso directo en cuanto pasen las cinco jornadas restantes. El Obradoiro se la arrebató al Murcia tras un partido más vibrante que mejor jugado y disputado al aliento de una afición irreductible. "Lo repetimos tantas veces que puede parecer peloteo, pero lo que pasa aquí no se puede creer", asegura Moncho Fernández, el entrenador, que tras el partido recibió una confidencia de Bernard Hopkins, su pupilo más veterano, 38 años y 14 en España. "Perdemos y nos animan, vamos ganando y animan más", le confió. "Es que si hablo de los aficionados me emociono", se disculpa Miquel Feliu, que aún no ha cumplido los 26 y ya ha jugado en cinco destinos diferentes. Forjado en la cantera del Manresa, una de las cunas del baloncesto catalán, Feliu mantiene una fluida comunicación con un buen número de seguidores del equipo gracias a su activa cuenta en Twitter. El viernes fue el último en dejar el Multiusos del Sar tras encontrar tiempo y espacio para charlar, tirarse fotos, chocar manos y firmar autógrafos. Lo hizo fuera y dentro del parqué porque apenas dos minutos después de finalizar el partido los jugadores saltaron de nuevo a la cancha y recibieron allí una pacífica invasión de seguidores. Es la cara opuesta a la de otros deportes que también mueven masas y que no se recatan en alejar a los aficionados de sus ídolos, en mantener un telón separador.

Obradoiro es el equipo de la gente, uno de sus valores más tangibles desde el regreso de la entidad a la alta competición. Feliu se ha preocupado por entender el fenómeno. "Veinte años son muchos y es lógico que la gente lo tome todo con muchas ganas. Y luego está la gente joven que no deja de apoyarnos", apunta. Lo que ya no resulta tan cuantificable es la incidencia de la grada en el juego del equipo. "Lo único claro es que jugar en un pabellón así no tiene precio y que el nivel de entrega del jugador sube de una manera increíble", describe Moncho Fernández. Tanta adrenalina motivó que Hopkins bramara jubiloso nada más sonar la bocina final, o que Oriol Junyent, 34 años y ex internacional con la selección española, lanzara guiños de crispada felicidad. La temporada pasada apenas disfrutó de un breve contrato temporal en el equipo, hoy es su jugador más valioso. Ante el Murcia apenas apareció en la primera parte en la que sólo intentó un tiro, cometió dos personales y fue laminado por el poderío de Vitor Faverani, un joven pívot brasileño con vitola de NBA. Tras el descanso Junyent emergió para guiar al equipo con un solo fallo en el lanzamiento a canasta y sumar 18 puntos. Después de estar 11 abajo (18-29) o con siete de desventaja en la media parte, el Obradoiro acabó el partido 10 puntos sobre su rival. Fue su tercera victoria contra los murcianos en la temporada. Además de los dos partidos de liga, también ganaron en la final de la Copa del Príncipe. "Seguro que para ellos es un palo ganar 16 partidos seguidos, llegar al 17 y bajar al segundo puesto", reflexiona Feliu. Pero su técnico cree que tendrán que ganar los cinco partidos que restan para asegurar el ascenso. "Nosotros ganamos en Murcia y ellos no volvieron a caer hasta ahora", advierte Moncho Fernández, que también asegura que su percepción de lo que resta de competición no va más allá de la cita de pasado mañana en León.

Pero el calendario no es amable con el Obradoiro, que tendrá que viajar, además de al feudo del histórico León, al fortín canario de La Palma y acabará ante un Burgos, el tercero en discordia, a dos triunfos de los compostelanos, que el año pasado se quedó a un paso de la ACB. A Sar rendirán visita Tarragona y Lleida. Un solo error dejaría el primer puesto de nuevo a expensas del Murcia. "No podemos pararnos", reclama Tuky Bulfoni, capitán y alma del equipo, un experto argentino que resume en una frase el coraje y la casta de un equipo impulsado por su gente: "Se pueden ganar partidos sin meter los tiros".

De izquierda a derecha, los jugadores del Obradoiro Hopkins, Feliu, Bulfoni, Washington, Junyent, Kendall y Ruffin celebran la victoria.
De izquierda a derecha, los jugadores del Obradoiro Hopkins, Feliu, Bulfoni, Washington, Junyent, Kendall y Ruffin celebran la victoria.ÓSCAR CORRAL

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