Recitar a Calderón florete en mano
La Academia del Verso convierte a 20 artistas en actores del Siglo de Oro
En un rincón de la clase, David cuenta con los dedos las sílabas de un verso endecasílabo, como todos los niños han hecho en clase de literatura en el colegio. Es uno de los 20 actores profesionales seleccionados por la Academia del Verso para aprender teatro en verso. Algunos de ellos son fácilmente imaginables como personajes del Siglo de Oro: llevan perilla, el pelo largo y bucles, y en cuanto empiezan a hacer los gestos galantes del XVII, solo su atuendo les mantiene con los pies en el siglo XXI.
Los alumnos, de entre 22 y 50 años, hojean los fragmentos que la profesora de Verso, Karmele Aramburu, les ha preparado. Uno a uno los alumnos se enfrentan al castellano antiguo de La prudencia en la mujer de Tirso de Molina, El alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca y El lindo don Diego de Agustín Moreto. A veces dudan si lo que leen son construcciones gramaticales propias de la época o erratas. "Os recomiendo que cuando os enfrentéis a una obra, cotejéis siempre con tres versiones", explica Aramburu, que recita de memoria los monólogos del Siglo de Oro que pone de ejemplos en clase.
Veinte profesionales han sido escogidos para aprender teatro en verso
La obra elegida es 'Los empeños de una casa' de sor Juana Inés de la Cruz
El ambiente es distendido y los alumnos lo agradecen escuchando atentamente a Aramburu. "A mí crear desde el sufrimiento me parece horrible. Intento que se lo pasen bien. El amor que tengo por el verso me gusta transmitirlo. Pero si alguien se desmadra, le riño", explica la profesora rodeada por libros de cubiertas amarillentas como el método en el que Lope de Vega enseña a escribir teatro en verso, el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo.
Además de verso, los alumnos dan en este curso -que comenzó la semana pasada y que durará hasta finales de mayo- otras tres asignaturas. Mónica Florensa les enseña a familiarizarse con las ropas propias de las obras en verso en sus clases de arte y vestuario, Juan Polanco les da interpretación e Iñaki Arana les hace diestros en el arte de la espada en sus clases de esgrima. "Un actor de este tipo de obras tiene que saber manejar la espada", explica Arana, que adapta la esgrima deportiva a los requerimientos de la escena. "Aprender la coreografía puede llevarle a un actor unos dos meses, pero en dominar la esgrima se tardan años", explica.
Esta iniciativa demuestra la relación íntima entre Alcalá de Henares y el teatro. "La Academia del Verso es como un posgrado. Es una especialización", explica Aramburu. Por eso es difícil que estén los 20 en clase, ya que muchos de ellos trabajan y hacen audiciones mientras están en la escuela. Luis no puede venir esta semana a esgrima porque se va de gira con su compañía a Sevilla, y Antonio está haciendo un musical en la Gran Vía por las noches.
La Academia del Verso respeta que la vida del actor sea ajetreada y que los alumnos tengan que compaginar las clases con el trabajo. De hecho, el objetivo final es crear una compañía que se estrene en el festival Clásicos en Alcalá en junio. La obra elegida es Los empeños de una casa, de sor Juana Inés de la Cruz.
"Esto no es solo un curso, sino que la idea es que luego los alumnos tengan trabajo", explica Aramburu. Con la obra de De la Cruz irán de gira por España en verano, con paradas importantes como Cáceres o Almagro -solo se irá de viaje la mitad de los actores, no hay papeles suficientes para todos-. Los actores no pierden detalle de las clases: han hecho una elección de futuro. "El miedo del actor al verso es producto de la mala enseñanza. El verso es teatro con mayúsculas", concluye Aramburu.
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