"Ahora que Túnez es nuestra, nos toca protegerla"
No están en el plato pero los protagonistas de la comida con la sindicalista tunecina Malika Achour son los decibelios. La idea de sentarnos en un pequeño comedor para estar tranquilas se convierte en una locura de ruido cuando un grupo toma la mesa de al lado. Entre su animada charla, el clonc-clonc de platos de la cocina y el oxidado francés de quien escribe, la conversación se complica. Pero Achour, afiliada de base en la Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT), está acostumbrada a participar en reuniones y alza la voz con naturalidad. Además, es maestra de Primaria, y se nota: se explica y tiene paciencia.
Está exultante tras la revuelta de la que formó parte y que en enero acabó con el régimen de Ben Ali. Orgullosa de haber organizado y acudido a "todas" las manifestaciones para que "el pueblo tunecino tenga por fin libertad de prensa, de asociación, de expresión, de manifestación, un desarrollo regional más igualitario... y elecciones democráticas y honestas por primera vez desde la independencia".
La sindicalista cree que no cabe vuelta atrás en los países árabes
Los cambios, asegura, ya se notan. En materia laboral también. Sobre todo en la mejora del trabajo precario. El 80% de las empresas subcontratadas por el Gobierno, dice, estaban vinculadas a Leila Trabelsi, la mujer de Ben Ali y las condiciones de trabajo estaban plagadas de abusos, explica. "Ahora han prohibido las subcontratas en el sector público y han mejorado el salario mínimo interprofesional".
El restaurante es de menú y concurrido por sindicalistas, porque está a dos pasos de la sede de CC OO y, hasta su traslado al Raval, también de UGT. Achour, que ha pedido una cerveza, señala el chorizo de las lentejas cuando se las sirven. "¿Es cerdo?", pregunta y pide cambiar por canelones. Al ver que tomaba alcohol pensé que no habría problema con el cerdo, me disculpo. "No tiene nada que ver con el islam, el cerdo no me gusta", se ríe. Ya que ha salido el tema pregunto si la religión puede ser un obstáculo en el nuevo Túnez. "No en general, pero sí para los derechos de las mujeres, porque el islam no defiende la igualdad". Ella misma, con 37 años y soltera, vive en casa de sus padres. "Una mujer sola no puede vivir", lamenta, "siempre debe estar protegida".
Sobre su condición de mujer, trabajadora y sindicalista habla en el libro Conversaciones con 10 mujeres trabajadoras del Sur que estos días presentan Sindicalistas Solidarios y UGT de Cataluña. De cómo se enfrenta a una "triple jornada: la laboral, la familiar y la de sindicalista" y también al miedo de su familia a las represalias de Ben Ali con la disidencia. Quiere que quede muy claro que las revueltas salen de la base, no de dirigentes, ni siquiera sindicales. "Es la revuelta de las voluntades".
Achour está convencida de que la revuelta también triunfará en Libia, pese a la represión del "terrorista" Gadafi. "Nadie podrá parar las revueltas porque los pueblos árabes quieren libertad, no hay vuelta atrás". Pero las reformas también conllevan trabajo. Así intenta transmitirlo a sus alumnos. Desde hace semanas, dedica los primeros minutos de clase a debatir sobre la actualidad: "ahora que Túnez vuelve a ser nuestra debemos protegerla, es nuestra responsabilidad".
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