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Debate sobre el estado de la autonomía

Una ley para limitar el gasto mientras se aplazan pagos

Feijóo anuncia una norma de disciplina presupuestaria pese a que su Gobierno compromete inversiones para 20 años

Un anuncio trascendente: la Xunta legislará para que Galicia limite el techo de gasto aun en época de vacas gordas, 35 proyectos de ley que han de ver la luz en esta legislatura, pero sobre todo raciones y más raciones de estopa al Gobierno central y al "rencor partidista del PSOE". Un año después del último balance, con 13.000 parados más en las listas del INEM, Alberto Núñez Feijóo rindió cuentas en el hemiciclo del tijeretazo a dos de cada tres entes de la Administración paralela, el pago en 45 días a proveedores -que mejora la calificación de las agencias de rating a la deuda de Galicia- y los deberes hechos como única comunidad, junto a Madrid, que cumple la ley de estabilidad presupuestaria.

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Y en ese escenario, en el que el presidente se siente cómodo, el de la gestión pura, propuso una ley de disciplina presupuestaria "para que ningún Gobierno en el futuro tenga que soportar los efectos de las alegrías de una mala planificación". Fuera de esa obligación legal quedará la fórmula de pago aplazado para demorar 20 años la factura de construir hospitales en Pontevedra y Vigo, 20 centros de salud y una autovía en la Costa da Morte. Feijóo obtuvo un no rotundo, primero del BNG y luego del PSOE, que pidió erradicar el pago diferido de la sanidad, la educación y los servicios sociales. El texto llegará en las próximas semanas al hemiciclo. Como otra treintena de normas para regular, entre otros campos, el deporte, las bibliotecas públicas, la cultura, y también la reforma de CRTVG, esta última "si hay consenso".

De entre los clásicos de estos debates, recuperó el presidente la enésima ley del suelo, que de nuevo se intentará tramitar con consenso, otra de montes, y una tercera para facilitar la agrupación de terrenos forestales. La propuesta estrella del programa sanitario del PP, la ley de garantías para acortar las esperas hospitalarias, seguirá aguardando dos años después, porque Feijóo hace tiempo que la condicionó a que el Gobierno le entregue los 243 millones del Fondo de Cooperación Territorial aplazados.

Visto que el drama del paro se ha torcido en el último año y crece más que en ninguna otra comunida, según la EPA, Feijóo ya no citó este año la encuesta ni aludió a su plan de choque contra la crisis que sí glosó en 2010. Reafirmó, no obstante, su apuesta por la internacionalización de la economía desde un Igape renovado (si las cuentas saliesen, las exportaciones aumentarán en 3.000 millones hasta generar 3.000 empleos).

Anticipándose al aluvión de disgustos económicos que aguardaba en las réplicas -aumento del paro, caída del índice de producción industrial, ERE aprobados- el presidente dejó caer que es la política de Zapatero la que impide a las cajas dar crédito a las empresas y eso se traduce en más desempleo. Después de hacerlo, buscó un acercamiento con el líder del PSdeG, Pachi Vázquez, al que telefoneó el pasado jueves después de meses sin tener contacto para mantener una postura conjunta e intentar que el Banco de España permita la continuidad de Novacaixagalicia (NCG) "Hay que estar con la caja o contra la caja. Sabe que nos podemos encontrar con el BNG, pero me gustaría que ayudase al país y que dijésemos que NCG fue engañada. No tengo ningún interés más que en que Galicia mantenga su caja".

Con esa entente sobre el futuro financiero en el aire, sus guiños más evidentes fueron al BNG, con quien el PP comparte postura sobre el catálogo de medicamentos o la política de cajas.De forma indisimulada, tanto Feijóo como el portavoz del PP, Manuel Ruiz Rivas, pidieron al nacionalismo un frente común contra Zapatero. El portavoz nacionalista Carlos Aymerich les devolvió una tunda dialéctica para resituar el debate en Galicia y desbaratar la pinza. Con ese clima y el resultado de los pactos fracasados de 2010, el jefe del Ejecutivo se cuidó de proponer nuevos acuerdos concretos, mientras la oposición le exigía gobernar.

La sesión que había inaugurado el presidente con una encendida defensa autonomista frente a quienes ponen en cuestión el sistema constitucional y otra loa a la política para combatir el descrédito social , terminó más o menos como siempre. El presidente aprovechó la despedida de Ruiz Rivas como portavoz para tirar chinas al PSOE -"nosotros despedimos a los nuestros como se merece"- y al bipartito. La habitual y cada vez más forzada ovación de la bancada popular a Feijóo sirvió como colofón y cada líder se fue por su lado. Imposible prever pactos de alcance entre dirigentes que ni siquiera se saludan tras un debate como este.

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