Chucherías con nutrientes
El diccionario de la RAE define como chuchería a un "alimento corto y ligero, generalmente apetitoso". En el mismo diccionario la palabra golosina es definida de una forma más reveladora: "manjar delicado, generalmente dulce, que sirve más para el gusto que para el sustento". Sorprendente sí, pero no es imprescindible que la golosina sea dulce. Se trata de una cuestión cultural. Así, en países como México, donde el uso del picante en muchos platos constituye una costumbre arraigada, la utilización de chile picante en la elaboración de golosinas para niños es habitual. Los sabores ácidos, conseguidos fundamentalmente a través de la adición de ácido cítrico, también son frecuentes en estos productos.
La definición de la RAE acierta al considerar que las golosinas no son un sustento en la dieta de la población. Desde el punto de vista nutricional su composición es, en general, pobre: azúcares simples (glucosa, sacarosa, fructosa), colorantes y otros aditivos o polialcoholes como el sorbitol. Aportan las llamadas "calorías vacías", energía sin nutrientes. Por tanto, en el contexto de la actual epidemia de obesidad que sufren muchos países, las golosinas son percibidas como un ingrediente hostil de la dieta de millones de personas, especialmente niños. La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, en su Pirámide de la Alimentación Saludable de 2004, desaconseja el consumo habitual de golosinas, reservándolo para una ingesta esporádica.
Aún así, las golosinas son un obsequio sencillo y gustoso para muchos niños y, desde esta perspectiva, han tenido relevancia en la educación de miles de niños inmersos en el proceso de esfuerzo y recompensa. Podemos ver el buen uso que se le da a las golosinas como vehículo para algunos fármacos (caramelos para la tos, pastillas de apetitosos sabores para el dolor de garganta). Convierten la toma del medicamento en una experiencia más agradable. Cabe, por tanto, preguntarse si se puede dar un nuevo significado a la ingesta de golosinas utilizando algunos nutrientes (vitaminas, minerales, aminoácidos, antioxidantes, ácidos grasos con perfil cardiosaludable, etc.) en su elaboración. Es necesaria mucha investigación médica y bromatológica, pero ahí está el ejemplo del cacao, en otro tiempo denostado y que en la actualidad es motivo de múltiples artículos científicos por sus propiedades antioxidantes y sus beneficios cardiovasculares.
Camilo Silva es especialista en Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra.
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