"España es la línea roja de la UE"
Hace ya 10 años que Jim O'Neill (Manchester, 1957) acuñó el término BRIC -acrónimo de Brasil, Rusia, India y China- para referirse al grupo de países emergentes que acabarían liderando el mapa económico mundial. "Aquellos emergentes ya han emergido", proclama. Ahora, el presidente de la división de gestión de activos de Goldman Sachs ha creado otra denominación, los N-11, para los nuevos emergentes (Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, Corea, México, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Turquía y Vietnam). Son, a su juicio, los países que cuentan con el potencial de ser los protagonistas de la próxima gran historia económica.
Pregunta. ¿Augura tanto éxito a esos 11 países como a los BRIC?
"No me preocupa el alza del precio del crudo. Me preocupa el de los alimentos"
"Las crisis árabes pueden hacer que los N-11 sean una gran historia"
"No creo que el BCE tenga que ser tan agresivo. Estoy sorprendido"
"Trichet es muy astuto, y su anuncio bien puede tener otros motivos"
Respuesta. No. Los BRIC son las economías verdaderamente grandes y apenas han quemado una etapa, aún tienen mucha historia que contar. En esta década, la economía de China será como tres cuartas partes de la economía estadounidense y Brasil puede llegar a ser tan grande como Alemania. Es como si hiciéramos un equipo uniendo al Real Madrid y al Barcelona. Los N-11 no pueden competir con ellos.
P. ¿China puede ser una de las dos economías mundiales de referencia sin liberalizar su tipo de cambio?
R. Esa es una de las cosas más excitantes de esta década. ¿Nos moveremos hacia un sistema de tipos de cambio global más regulado y controlado o se moverán ellos más hacia nuestro modelo? En estos momentos, los chinos se están moviendo lentamente hacia nuestro modelo. Esta misma semana ha habido algunas señales de que los reguladores y el banco central chinos quieren controlar los flujos de capital. Están utilizando Hong Kong como una especie de experimento, y si echas un vistazo al crecimiento de los depósitos denominados en renminbi ya es una cifra grande. Así que quizá para 2020 tengamos un renminbi que fluctúe libremente en el mercado. No va a pasar en 2012, pero sí puede pasar para el final de la década. Quizá.
P. ¿Y cómo van a afectar a los nuevos emergentes las crisis de los países árabes?
R. Egipto e Irán son dos integrantes del N-11 y solo ellos tienen el 20% de la población de todo Oriente Próximo y el norte de África. Todas las crisis de la región que he vivido a lo largo de mi vida han sido decepcionantes, y ésta está movida por individuos que quieren un cambio, no tiene motivaciones religiosas, lo que hace que sea algo potencialmente positivo. Esta crisis podría hacer del conjunto de los N-11 una gran historia, porque si Egipto e Irán empiezan a tener otro comportamiento, eso daría un gran empujón al grupo.
P. También ha disparado el precio del petróleo. ¿Cómo puede afectar a la economía mundial?
R. Ahí influye tanto la demanda, que es lo que muestran los precios, como la oferta. La historia de los BRIC, en sentido amplio, ha consistido en la aparición de 2.000 millones de personas en la economía mundial. Esta crisis puede añadir otros 400 millones a esa lista, y entonces el efecto por el lado de la oferta puede ser muy alcista. El peligro es que, a corto plazo, esos elevados precios del petróleo puedan afectar negativamente a la economía. Pero nadie lo sabe. De todas formas, es un tema que no me preocupa demasiado.
P. ¿Tampoco la subida generalizada de precios de las materias primas?
R. Me preocupa, sobre todo, la subida de los precios de los alimentos, porque no es un problema fácil de resolver. Parte del incremento de la demanda se debe a que muchos países emergentes se han hecho más ricos y quieren comer mejor, o sencillamente comer. Así que la solución a largo plazo es la mejora de la productividad agrícola. Sin duda, entre las cosas que más me preocupan están los precios de los alimentos.
P. En Europa han provocado un aumento de la inflación y la amenaza de subidas de tipos...
R. Estoy sorprendido. No creo que el BCE debiera ser tan agresivo. Creo que en un momento como el actual, de enormes retos para algunos países europeos, el BCE debería tener más cuidado. Es difícil para la entidad, porque tiene un mandato y un objetivo muy definidos, pero una subida de tipos podría tener consecuencias negativas. Es verdad que no es el fin del mundo, pero para algunas economías, como España y otros, puede complicar la situación. Trichet es el banquero central más astuto y una persona con mucha experiencia, y me pregunto si lo ha hecho de forma deliberada, por otros motivos.
P. ¿Lo dice por el hecho de que ese mensaje se lanzara en una reunión en la que no estaba el halcón alemán, Axel Weber?
R. Interesante, ¿no? Trichet lleva en esto hace muchos años y muy bien puede haber intentado lanzar un mensaje: que no necesitamos tener un alemán al frente para ser duros. O quizá Trichet está siendo deliberadamente duro como anticipo a las próximas cumbres europeas, a lo que allí puedan decidir los políticos.
P. No le veo muy optimista.
R. A lo largo de mi carrera he aprendido dos cosas: no desaproveches una crisis y de cada crisis surge una oportunidad. De momento, no he visto ninguna de esas actitudes en los europeos. Esta crisis no es una crisis de deuda, sino sobre la estructura de la propia unión monetaria. Los mercados les están diciendo que deben hacer algo para mejorar la situación, pero los políticos están constreñidos por sus políticas nacionales. Hay que buscar formas de mejorar la productividad, sobre la base de la agenda de Lisboa. Eso no pasa por que el déficit sea del 3% o 4% o un nivel determinado a la deuda. Estos acuerdos deberían basarse en mejorar el entorno microeconómico y mejorar la productividad. Por si fuera poco, Bruselas parece que cada día pierde más poder, que quien rige los destinos de Europa es el Tribunal Constitucional alemán. Eso, para la credibilidad monetaria, puede que no sea malo, pero no para una unión monetaria.
P. ¿Ve riesgo real de quiebra en la UE?
R. Grecia es un país irrelevante, a efectos de la economía mundial. Es apenas el 2% del PIB de la zona euro. Yo asumo, aunque los dirigentes políticos nunca lo reconozcan, que eso se producirá en algún momento en el futuro. En un mundo ideal, terminaremos el mes de marzo con un mecanismo apropiado de reestructuración en el seno de la UEM y un acuerdo para reestructurar la deuda griega, eso sería muy sensato. Desafortunadamente, no creo que los responsables europeos vayan a cumplir esas previsiones.
P. ¿Dónde está la línea roja que podría hacer saltar toda la unión?
R. Aquí. Son ustedes la línea roja, el límite que no se puede pasar. España es el tema que verdaderamente importa, el 10% del PIB de la zona euro. Recientemente, mis perspectivas han mejorado un poco. Creo que las autoridades españolas son ahora más serias respecto al tema de las cajas. Lo que es fascinante es que, en todo el mundo, la gente no se cree los datos oficiales de la deuda española. Muchos fondos de alto riesgo creen que la cifra real es, al menos, dos veces superior a la oficial porque asumen que eventualmente parte de la deuda privada deberá ser asumida por el sector público. Parte del problema ha estado en que las autoridades han sido poco transparentes respecto a la situación real de las cajas, y eso parece que está mejorando ahora, aunque tampoco es perfecto y debería acelerarse. En la actual situación de fragilidad, una mayor confianza sobre la verdadera situación de las cajas es especialmente importante.
P. No sé si me puedo fiar de sus previsiones económicas, tras sus pronósticos para el último Mundial de fútbol.
R. ¿No dije que iba a ganar España?
P. No, apostó por una victoria de Brasil.
R. Ahí tiene la respuesta.
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