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Reportaje:

Jordi Pujol no es Moisés

El expresidente de la Generalitat pide la independencia en la presentación de un libro sobre su relación con los judíos

"¿Entraremos en la tierra prometida o, como a Moisés, nos será negada la entrada?". El periodista Josep Cuní lanzaba esta pregunta, como aviso para navegantes, al inicio de la presentación del libro de su colaboradora Anna Figuera Jordi Pujol i els jueus (Pòrtic). Junto a ellos, el propio Pujol y el exministro de Exteriores de Israel y exembajador de su país en Madrid, Shlomo Ben Ami.

¿Es Pujol nuestro Moisés y la tierra prometida la independencia de Cataluña? El expresidente de la Generalitat, humildemente, rechaza esta comparación. "Me hace sentir ridículo. Es un gigante". Pero reconoce que, al igual que hizo el profeta con el pueblo judío en la travesía del desierto, su objetivo ha sido "hacer país y construir Cataluña". Y ahora, además, pide un Estado propio.

La mirada hacia Israel, la complicidad con una cierta interpretación del sionismo, siempre ha estado presente en el nacionalismo catalán. Como señalaba Ben Ami, existe un filosemitismo muy presente en los países protestantes que escasea en los católicos, aunque Cataluña es la excepción. Pero la diferencia entre el nacionalismo catalán y el sionismo es que este último -"como el alemán"- es de carácter étnico.

El paralelismo, sin embargo, habría que buscarlo en el modelo de "hacer país". El sionismo, explicó Ben Ami, se planteó la creación del Estado de Israel con el pragmatismo de lo concreto, pieza a pieza, de modo que cuando finalmente fue reconocido, el Estado ya existía en todas sus formas: con su lengua, sus partidos políticos, sus instituciones financieras y su ejército.

Algunos paralelismos son realmente sorprendentes. El fundador del sionismo, Theodor Herzl, también fundó un banco, el Bank Lumi, "como brazo financiero" del futuro Estado hebreo, que sigue existiendo en la actualidad. "Como Banca Catalana", apuntó Ben Ami. Pero el experimento de Banca Catalana acabó mal y el Estado catalán todavía no existe. Por eso, Pujol considera que ahora ya es el momento de acabar con esta anomalía. "Antes o después, tanto hacer país ha de acabar haciendo Estado", dijo, "Pensábamos que podría ser posible en el marco español, pero esta idea se ha ido a pique. Podemos seguir haciendo país, pero es como un perfume que si no se pone en una botella se dispersa". "Llega un momento en que lo importante es el envase", sentenció.

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