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Reportaje:BANDA SONORA

Un jazz tocado con energía punk

Dead Capo cumple una década como depurada banda instrumental con estilo musical bastardo y transgresor - Toca en charangas para sobrevivir

Carlos Marcos

"Modernos en tiempos de posmodernidad. Lo más transgresor que ha parido el jazz patrio en años". La cita es del crítico Chema García Martínez. Otro periodista, Jaime Gonzalo, escribe en la revista Ruta 66: "Probablemente, la más articulada y creativa banda instrumental del país". Paradójico. El grupo con mejores instrumentistas de Madrid empieza la conversación hablando de La gallina turuleca. "Es increíble cómo les gusta a los niños Hola, don Pepito, y todas esas canciones de Fofó y Miliki. Esta tarde las he tocado todas". Más paradójico todavía: la agrupación más virtuosa de la ciudad debe tocar en charangas para colegios de Primaria si quiere llegar a fin de mes. El que ha interpretado las clásicas melodías de Los payasos de la tele es Marcos Monge, el mayor (41 años) de los cuatro componentes de Dead Capo, la agrupación que consigue un diagnóstico unánime: pocas bandas en la capital tan inclasificables, con tanta calidad instrumental y a la vez tan divertidas.

Admiran a John Barry y la voracidad musical de John Zorn
"Una definición que nos gusta mucho es la de vanguardia populachera"
Hay pocos grupos tan inclasificables y con tanta calidad instrumental
En 10 años de carrera solo han publicado un álbum, 'Díscolo'

Marcos sopla un reluciente saxo. Antes se lía un cigarro. Es viernes, a las 20.00, y el local de ensayo de Dead Capo debe ser el único lugar donde se puede consumir nicotina sin apoquinar una multa. El espacio tiene su historia: aquí se levantó una sala con pedigrí underground, La Faena, donde se realizaban conciertos de rock y punk. El club cerró y esta especie de cueva se ha reconvertido en local de ensayo y taller para realizar otras actividades. Está situado en la zona de Carabanchel, en una pequeña calle que desemboca en la vía Carpetana. En el momento en el que Dead Capo ensaya, en la parte de arriba una chica fabrica atrezo teatral. Es una habitación grande, con dos baterías y espacio suficiente para que los músicos toquen holgados, sin estrecheces. Desembolsan unos 600 euros al mes, que se quedan en la mitad porque comparten gastos con otro grupo.

Comienzan el ensayo con una canción que es fiel reflejo de lo que representan: una versión en clave surf de la composición que elaboró en almibarado Vangelis para la banda sonora de la película Blade Runner. Además del mencionado Marcos, están los tres Javier: Díez, de 36 años, con unas estrechas y finas patillas que parecen cimbrearse al mismo tiempo que las cuerdas de su contrabajo; Javier Gallego (36 años), con su elegante toque de batería; y Javier Adán, larga barba a lo cantante-moderno-de-country-americano (por ejemplo, Iron & Wine) pulsando la guitarra. Los cuatro quieren matizar su posible adscripción al jazz: "Es un género que la gente puede relacionar con música seria y nosotros somos todo lo contrario. Tenemos influencias del jazz, pero tocamos con la intensidad de un grupo de rock. Y no con la finura del jazz. Interpretamos jazz de forma bestia. Por eso lo llamamos jazz-punk".

En efecto: su especialidad es combinar estilos sin muchas sutilezas y siempre por medio de música instrumental. Jazz torcido, jazz bastardo. Una canción puede arrancar con un serpenteante blues relajado; de repente surge el saxofonista soplando como si no hubiese mañana; luego entra una guitarra dibujando la melodía de la película española Atraco a las tres; el contrabajista aporrea su instrumento como poseído por el espíritu de Sid Vicious.

Esta actitud impetuosa se entiende revisando su pasado: los cuatro miembros de Dead Capo vienen de grupos de rock. En los noventa se encontraron en una banda llamada Insecto, que llegó a actuar en la sala Maravillas (epicentro en Madrid del pop independiente, que luego se convirtió en Nasti). Nada serio, pero fundamental para imprimir carácter. Les gusta la voracidad musical de John Zorn y maestros de las bandas sonoras como John Barry. "Últimamente hemos visto a muchas chicas entre nuestro público. La gente baila en nuestros conciertos, hay un nivel altísimo de energía. Tiene una parte lúdica importante, pero también sesuda. Una definición que nos hace mucha gracia es la de vanguardia populachera", relatan. Se conocieron en la Facultad de Ciencias de la Información y solo uno (Marcos y sus charangas) vive de la música.

No hay local en Madrid donde no hayan actuado. Y cruzan con asiduidad la frontera de la Comunidad, ya sea en festivales de jazz o rockeros. Lo de editar discos es otra historia. En 10 años de carrera solo han publicado un álbum (titulado Díscolo) y recientemente un sencillo en vinilo. El asunto ya es motivo de mofa. Lo cuenta el guitarrista: "Fui el otro día a hacer unas gestiones a una comisaría de General Pardiñas. El policía me pide el DNI, se queda mirándolo y me dice: '¿tú eres el de Dead Capo?'. 'Sí', le digo. Y me espeta: '¡pues a ver si sacáis el segundo disco!".

Los integrantes de la banda Dead Capo, en su local de ensayo en Carabanchel.
Los integrantes de la banda Dead Capo, en su local de ensayo en Carabanchel.ÁLVARO GARCÍA

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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