Dos bandas y un ruidoso destino
Un proyecto veterano, Los Coronas, y otro nuevo, Arizona Baby, unen sus sonidos 'surf' y vaquero en un supergrupo que actúa hoy y mañana en el teatro Lara
Los músicos Javier Vielba y Fernando Pardo son unos enfermos. Tanto que sus compañeros de grupo, en los ensayos y pruebas de sonido, los suelen dejar solos. Apartados con sus cosas. Lo reconocen ellos mismos y lo aceptan con orgullo: "Podemos pasarnos horas en una espiral interminable hablando sin parar sobre subcultura underground", explica Pardo. "Pero subcultura de verdad. Con grasa". Hay quien pudiera pensar que entre los dos ha surgido un matrimonio de conveniencia. Hay razones: el primero, vallisoletano de poblada barba y 32 años, toca en Arizona Baby: un prometedor trío de rock acústico que con su segundo disco hizo más de 120 conciertos en 2010. El segundo es una leyenda viva del rock malasañero; tiene 46 años, largas patillas y es el líder de Los Coronas: son el quinteto instrumental de música surf con el mejor directo nacional y el guitarrista, David Krahe, que mejor hace las imitaciones de Aznar.
Suman ocho personas y hacen conciertos de dos horas y media
Los dos se han unido para crear un tercer grupo multitudinario. Se llaman Dos Bandas y un destino, lo forman ocho personas y hacen conciertos de dos horas y media de excitante rock vaquero, entre los Shadows y Ennio Morricone. "En mi cabeza, el Wish you were here, de Pink Floyd, la primera canción que aprendí con la guitarra, siempre sonaba con un ritmo vaquero y fronterizo", explica Fernando Pardo, que llevó al propio grupo y a Arizona Baby a su local de ensayo, por el barrio de Tetuán, a poner en práctica la oscura fantasía. Así comenzó todo. Varios meses después editaron un disco de cuatro canciones con la consabida Wish you were here y una versión del clásico bolero de José Feliciano, La cárcel de Sing Sing, pasado por el filtro de Johnny Cash, entre otras. Y, tras una larga gira, llegaron a Madrid para actuar hoy y mañana jueves en el teatro Lara. Y aún les quedan 25 conciertos hasta verano por toda España.
En directo todos tienen su espacio, hasta los sombreros de cowboy. "Nunca había estado con ocho personas sobre el escenario", cuenta Pardo. "Nos organizamos bien". Durante el concierto se proyecta un arsenal de imágenes que transportan al viejo Oeste. "Aunque nuestro técnico", bromea Vielba, "amenaza a menudo con meter algún plano subliminal de una peli porno de Poli Díaz o Carmen de Mairena"
[¿recuerdan lo de la subcultura con grasa?]. Lo que sí es seguro es que esta noche promete ser un interesante concierto, donde sonarán versiones desde Black Sabbath a Don Farlon.
Pero ¿quién ayuda más a quién? ¿Los veteranos a los nuevos o los novatos a los perros viejos del rock? "Ellos nos ayudan a consolidarnos y nosotros a ellos a revitalizarse", explica Javier Vielba. Aunque no todo son halagos. Cada grupo, como cada persona, tiene su cosas malas o regulares. "A veces nos molesta ese tono paternalista con el que nos hablan. Ese, 'a ver, chavales", bromea Javier. "No es de padres", responde Pardo. "Es un tono de hermanos mayores, pero es que somos muy pesaos. Ocurre porque, a veces Javier, no es consciente de sus grandes posibilidades. Y cuando nos ponemos a experimentar se pone muy a la defensiva. Tenemos más fe en él que la que seguramente tiene él en sí mismo. Aunque estamos seguros de que le sacaremos lo mejor. Somos músicos y nos va la vida en ello. Ya que hemos elegido este trabajo, hagámoslo bien". Arizona Baby también ha avanzado. "Hemos aprendido a ser más profesionales", cuenta Vielba. "Ese arrojo de que las cosas no salen solas y de que hay que currárselo es muy de Los Coronas. Por eso son grandes". Quizá se trate de una alianza estratégica. De un aprendizaje compartido. De un duelo entre patillas y barbas pobladas. O, simplemente, del destino.
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