Charles Jarrott, artesano del cine británico de los setenta

Otro artesano que se apaga. El director británico Charles Jarrott falleció el viernes pasado, a los 83 años, en Los Ángeles, víctima de un cáncer de próstata. Jarrott nunca fue un gran artista, aunque firmara películas como Ana de los mil días (que logró 10 candidaturas a los Oscar en 1969) o ganara el Emmy con A promise kept: the Oksana Baiul story (1995).

Uno de los grandes productores de Hollywood, Hal B. Wallis, confió en él algunos de sus largometrajes, por mucho que hubiera voces en su contra, como la de la crítica Pauline Kaen, que en su libro Reeling calificaba a Jarrott de tipo sin estilo ni personalidad, un mero "guardia de tráfico". Pero algo sabría hacer, porque trabajó casi medio siglo en el cine y la televisión.

Londinense, nacido el 16 de junio de 1927, hijo de una actriz, comenzó en los cincuenta en la televisión, como multitud de cineastas de esa generación. De 1954 a 1969, se fogueó en la pequeña pantalla, y gracias a varios premios, llamó la atención de Wallis, que le ofreció la dirección de Ana de los mil días, en la que contaba la vida de Ana Bolena, la esposa del rey Enrique VIII, con unos actores de relumbrón: Richard Burton, Geneviève Bujold e Irene Papas. La Academia lo reconoció con 10 candidaturas... aunque no a su labor en la dirección (sí se llevó el Globo de Oro en esta categoría). Finalmente la película solo ganó en el apartado a mejor diseño de vestuario: aquel era el año de un nuevo tipo de cine, como Cowboy de medianoche, Dos hombres y un destino o Danzad, danzad, malditos. Wallis le confió al año siguiente otro drama histórico británico, María, reina de Escocia, que logró otras cinco candidaturas a los Oscar.

En esos años setenta dirigió de todo: desde The dove (1974), la historia de una navegante de 16 años que dio la vuelta al mundo en su barco, a El otro lado de la medianoche (1977), drama amoroso con Susan Sarandon, John Beck y Marie-France Pisier, o El último vuelo del arca de Noé (1980), aventuras familiares con Elliot Gould y Geneviève Bujold. En los ochenta arrancó con la comedia Condorman (1981) y su trabajo favorito, Servicios secretos paralelos (1981), una historia de la CIA contra el terrorismo internacional.

A partir de ahí trabajó más en televisión que en cine, con telefilmes como Ike, Pobre niña rica o Yes, Virginia, there is a Santa Claus, epítome de las películas navideñas, en la que saca partido al rostro pétreo de Charles Bronson. Al final de su carrera tuvo arranques de autoría, y coescribió y dirigió un thriller independiente, The secret life of Algernon (1997), y un drama sobre los enfrentamientos de la Mafia contra los sindicatos, Turn of faith (2002). Su edad no le permitió levantar nuevos proyectos