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Crónica:ATLETISMO | Campeonatos de Europa en pista cubierta
Crónica
Texto informativo con interpretación

Y la estrella fue... Tamgho

El espectacular francés logra el título de triple salto con 17,92 metros y, de paso, bate su récord mundial por un centímetro

Carlos Arribas

"¡Teeeddy! ¡Teeeddy!...". Caída la noche en el Sena, un solo nombre fue coreado entusiásticamente en el pabellón de Bercy, donde acababan de terminar los Campeonatos de Europa de atletismo en pista cubierta. Un solo héroe fue proclamado a gritos. Los lanzaba sobre todo desde uno de los anfiteatros más elevados, en una esquina, lejos de los mejores asientos, un grupo de chavales con aire de barrio. Con el mismo aire que su héroe, Teddy Tamgho, quien acababa de recibir una medalla de oro y escuchado La Marsellesa sin abrir los labios comm'il faut y sin siquiera quitarse una irreverente, para el sagrado momento, gorra de los Yankees de Nueva York.

Cada vez más parecido en sus gestos -y en su compromiso, al menos estético, con la gente del barrio y su cultura, el rap, el break, el dance hall- a Usain Bolt, la gran estrella mundial; cada vez más alejado de lo que el establishment quiere de sus figuras, de sus deportistas; cada vez, también, mejor atleta, Teddy Tamgho, mal que les pese a tantos que pronosticaban un fracaso rotundo, fue la gran estrella de unos campeonatos a los que donó, además de su presencia impagable -su cinta blanca a la manera chulapa, torcida sobre la oreja, sus aspavientos, su hiperactividad de 21 años-, uno de los mejores concursos de triple salto que se recuerdan, rubricado con un récord del mundo en pista cubierta (17,92 metros; él mismo tenía los anteriores: 17,90 en 2010; 17,91 hace dos semanas. Al aire libre tiene 17,98, la tercera marca de la historia) en dos saltos diferentes, ante la mirada, más ofendida que divertida de san Jonathan Edwards, el blanquito británico que con 18,29m aún es el recordman mundial al aire libre.

Asfixiado por la presión que sufre en Francia, se entrena en Alicante con Pedroso

Tamgho, dicen sus críticos y sus admiradores, en ello coinciden, es hiperreactivo: cuanto más se le provoca, mejor responde; cuanto más se pone a prueba su control mental, con más serenidad reacciona. Provocaron a Tamgho en la pista (pasillo suspendido, poco del gusto de Tamgho, que no encuentra feeling en este tipo de pistas donde las pisadas rebotan), motivados por el espectacular francés, también, obligándolo a dar lo mejor de sí mismo, dos veteranos triplistas, Fabrizio Donato, que llegó a 17,73m, récord de Italia, y el rumano Marian Oprea, 17,62m desde el primer salto. Le provocó en la prensa Edwards en la víspera declarando a L'Équipe, la biblia del establishment, el periódico líder del frente anti-Tamgho, que su decisión de disputar salto y triple en París era un error.

En el fondo, las críticas no iban dirigidas tanto al atleta como a sus decisiones. Mejor dicho, a quien consideran responsable de sus decisiones, a su entrenador desde el pasado verano, el excampeón del mundo y olímpico Iván Pedroso. Tamgho, asfixiado por la presión que sufre en Francia, anunció, para sorpresa de todos, que desea ir a entrenarse a España, a Alicante, a las órdenes del gran saltador de longitud cubano, que comenzaba así su carrera de técnico. Solo el apoyo del director técnico del atletismo francés, Ghani Yalouz, quien no proviene del atletismo, sino de la lucha libre -nacido en Casablanca, fue subcampeón olímpico en Atlanta y mentor de los hermanos Guénot, triunfadores en Pekín-, le dio a Tamgho la libertad que buscaba. Fue, de todas maneras, una libertad condicional, cuya primera revisión se pasó en París esta semana, dura y tensa para Pedroso más que para nadie. El récord mundial, el título (uno de los cinco oros de Francia, segunda en el medallero tras Rusia; España, con cuatro metales, terminó octava, pero en la clasificación por finalistas acabó quinta, tras las cuatro grandes: Rusia, Francia, Alemania y Reino Unido), las aclamaciones populares, han permitido alargar el periodo de prueba al menos hasta los Mundiales de Daegu, en agosto.

El éxito de Tamgho contrastó con el fracaso del favorito de los federativos junto al pertiguista Lavillenie, el niño bueno Lemaître, el blanco que ganó tres oros en Barcelona y que ayer, en los 60 metros, una prueba para la que su cuerpo es demasiado grande, terminó tercero. Le ganaron el portugués Francis Obikwelu, entrenado por Manuel Pascua y su esposa hasta diciembre (luego, por João Ganço) e implicado, según las escuchas policiales y los papeles de Pascua, en la Operación Galgo, y el británico Dwain Chambers.

Teddy Tamgho, en la final de triple salto.
Teddy Tamgho, en la final de triple salto.CHARLES PLATIAU (REUTERS)

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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