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22-M

Dimite una candidata del PP pendiente de desahucio porque el partido no la apoya

Amugu deja la lista de Cerdanyola por el respaldo de la formación a la ley hipotecaria

Sin casa, sin ahorros y sin partido. María Luisa Amugu, española de origen guineano de 57 años que será desahuciada el próximo mayo, fue un fichaje estelar del PP para las elecciones municipales de ese mismo mes. Madre de dos hijos discapacitados que ha criado sola, inmigrante con una dicción casi académica del castellano y el catalán, la mujer exhibe una fortaleza que ha dejado huella en Cerdanyola del Vallès (Vallès Occidental). También en varios partidos de la localidad que pretendían traducir en sufragios esa admiración vecinal. Simpatizante del PP, Amugu se decidió por esta formación cuando se le prometió que presentaría una moción contra la ley hipotecaria que dejará a la mujer y sus hijos sin techo y con una deuda bancaria de 134.000 euros. "Reclamé la moción por justicia, hay miles de familias en mi situación", insiste Amugu, sentada en un sofá en el piso que ya es propiedad del Banco Santander. Pero el PP se echó atrás y Amugu, designada número ocho en la lista, no tragó. "Abandono un partido que no defiende mis valores", dice. El PP ya le está buscando sustituto.

La simpatizante conservadora, forzada "por coherencia" a dejar el partido

Previsiblemente Amugu no iba a ser concejal -el PP local obtuvo tres ediles en los comicios de 2007-, pero preveía incorporarse al equipo de asuntos sociales del partido. "Quería ayudar a la gente, pero la disciplina del partido me ha dejado sin apoyos", lamenta mientras tropieza en el comedor con una pancarta contra los desahucios que acaba de usar para manifestarse en defensa de otra familia que no puede pagar la hipoteca en Segur de Calafell (Baix Penedès). Desde que el banco subastó y compró el piso de Amugu en 2010, ella se adhirió a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Descubrió que son unas 50.000 familias las amenazadas de quedarse en la calle con una deuda descomunal, según cálculos de la propia plataforma. Y empezó a reclamar a los concejales que apoyaran a estas familias, compromiso que asumió el presidente local del PP, Manuel Buenaño.

La nueva candidata empezó entonces a concebir la moción que el PP debía presentar en el pleno del 25 de febrero, pero el día 23 recibió un SMS de Buenaño: "De momento no presentamos la moción". Y Amugu, fiel votante del PP -"soy más partidaria de los que ofrecen una caña para pescar que de los que regalan pescado", explica-, impuso su integridad: "Bueno, Manuel, pues nos divorciamos", respondió.

"Tengo que ser coherente conmigo misma", añade Amugu mientras su hijo Pere, un grandullón de 28 años que padece autismo desde que cumplió tres, llama a la puerta del piso, entra sin saludar, cruza decidido el pasillo y se dirige, sin mediar palabra, al fondo de la casa, hacia su cuarto. La coherencia que reclama esta excandidata no impide que siga manteniendo la ilusión de dedicarse a la política municipal, pero ahora anda absorta en otros frentes: cómo conseguir un techo para sus hijos cuando estos no tengan donde vivir, es decir, el mes que viene. "No sé qué haré, nunca me había sentido tan derrotada", señala.

La derrota de Amugu se fraguó, como tantas otras, en un embrollo de hipotecas, tasación bancaria del piso y refinanciación de la hipoteca rematada por la subida del Euríbor. En 2009, con unos ingresos mensuales de 1.200 euros, debía pagar 1.600 euros de hipoteca. Los pagos empezaron a atrasarse hasta derivar en una orden judicial de desahucio especialmente delicada. Pere y el otro hijo discapacitado, Cristian, de 30 años y con parálisis cerebral por una negligencia médica ocurrida en el parto, no se valen por sí mismos ni pueden instalarse en cualquier rincón. La enfermedad degenerativa de Cristian ya le obliga a moverse en silla de ruedas y el autismo de Pere requiere que el joven varíe su entorno lo menos posible, recomiendan los médicos. Por ello Amugu reclama al banco que le alquile la vivienda, petición por ahora inútil. "Iré bajo un puente cercano, con mis dos hijos", resuelve la mujer con cierto brillo en los ojos, que, tras los lentes, se empiezan a humedecer.

JOSEP LLUÍS SELLART

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