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Crítica:XV FESTIVAL DE JEREZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De la lección al espectáculo

Acostumbrado a salir más que airoso de retos tan distintos como Rinconete y Cortadillo o Triana, en el nombre de la Rosa -por citar solo dos de los que han pasado por este festival-, el coreógrafo Javier Latorre se ha acercado en esta obra a algo que entendemos como un más difícil todavía: trasladar a un espectáculo un guión de finalidad didáctica como es el ideado por el francés Philippe Donnier para introducir los compases del flamenco.

Vaya por delante que los elementos puestos en juego para conseguirlo son en su mayoría de calidad y, en algunos casos, su labor es encomiable. No se entiende de otra forma la esforzada tarea del joven duende, Karen Lugo -que también nos regala un baile de valor-, la del multiplicado Descartes, un Cristian Lozano que baila y actúa, o el excelente trabajo dramático de Ricardo Luna, en su papel de Leonardo da Vinci, que aporta humor e ingenio con sus atinadas versificaciones. Y, ni que decir tiene, que la labor de Latorre está en su línea de dar sentido a los cuadros y extraer lo mejor de sus aventajados alumnos. Él mismo da vida al personaje de Dalí y lo hace de manera muy convincente. Igual se podría decir del despliegue técnico-escénico, que logra momentos de mucha belleza, como el del baile de la guajira.

EL DUENDE Y EL RELOJ

Compañía Javier Latorre.

Dirección y coreografía: Javier Latorre. Dirección escénica y dramaturgia: Pepe Quero. Guión original: Philippe Donnier. Dalí: Javier Latorre. Duende: Karen Lugo. Leonardo da Vinci: Ricardo Luna. Niño de Archidona: David Pino. Descartes: Cristian Lozano (artista invitado). Cuerpo de baile: Aída Gil, Hugo López, Irene Lozano, Encarna López, Alejandro Rodríguez, Berta Temiño. Cante: Antonio Campos, Delia Membrive. Guitarra: Gabriel Expósito, Luis Medina. Mandola y cante: José Ángel Carmona. Percusión: Juanfra González, Paquito González. Música original: Gabriel Expósito, Juan Requena.

Teatro Villamarta, 3 de marzo.

A pesar de todo ello, la obra no termina de enganchar en una audiencia que asiste expectante a lo que depara la incesante búsqueda de ritmos del duendecillo, cuya narración pasa por momentos de desfallecimiento que no logran remontar los cuadros que le siguen. Para colmo, una pausa técnica no advertida provoca que a buena parte del respetable le pille la reanudación en el ambigú. Afortunadamente, tras esa parada, la obra fue a más, cobró la intensidad de la que carecía y deparó momentos de mayor brillo, aunque se alargara en demasía (y más para su pretendido fin didáctico). Aun así, persiste la duda de la oportunidad, de si ese era el momento para este tipo de representación, en un lugar donde suelen ser otras las expectativas.

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