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Entrevista:JOSÉ SANCHO | Protagonista de la serie 'Crematorio'

"No doy miedo, sino respeto, como el que me infundía Charlton Heston"

Patricia Gosálvez

"La televisión normal no curte, como mucho adiestra, esto es distinto, mi currículum ha crecido: he hecho ocho películas de una hora". José Sancho presentó ayer en un cine la serie Crematorio que estrena Canal+ el 7 de marzo. Usó el término "cinevisión" para describir el proyecto producido por la cadena: ocho episodios de alto presupuesto, cuidado reparto, variedad de escenarios y un guión basado en una novela del Premio Nacional de la Crítica Rafael Chirbes. "Los Soprano a la española", la definió un asistente.

Una trama de especulación urbanística que gira en torno a su personaje, Rubén Bertomeu, arquitecto y promotor. Culto y sin escrúpulos. Despiadado y amantísimo abuelo. Un tipo terrible con corbata. Barba acicalada, voz criminal. Las actrices de la serie admiten haberse sentido intimidadas en su primera escena con él.

"La televisión normal no curte, adiestra. Esto es distinto, he crecido"
"Con todos mis personajes intento recordar que fueron niños"

Pregunta. ¿Por qué da usted tanto miedo?

Respuesta. No es miedo, es respeto, como el que me infundía Charlton Heston cuando rodé con él, ellas me veían en la tele cuando eran niñas...

P. Es cierto que luego admiten que es un compañero generoso, ¿cordero con piel de lobo?

R. Mi temperamento es el que se ve, pero trabajando procuro ser generoso, así todos ganamos, si no, acabas jugando al frontón.

P. ¿Qué hay de José Sancho en el ambicioso Bertomeu?

R. Físicamente todo y algo de mi temperamento. Yo he tenido afanes, muchos, como ser actor, y he salido de un pueblo valenciano... he luchado mucho, pero sin saltarme la ley y respetando a los demás.

P. En su biografía cuenta que de pequeño olía a pobre y quería oler a rico...

R. De chaval creía que todos los pobres olían a carnicería porque mi padre era matarife. Los ricos olían a jazmín porque una vez fui a un chalé que tenía una piscina rodeada de jazmines.

P. ¿Y ahora a qué huele?

R. A la vida, depende de dónde coma, a mollejas fritas... Ahora intento disfrutar de cada momento.

P. ¿Le cae bien su personaje?

R. Con todos mis personajes intento recordar que también fue un niño; que tuvo una madre y una abuela que pensarían '¡qué mono es!'. Nadie nace malo.

P. ¿ Se ha inspirado en los periódicos para hacer de corrupto?

R. No. Es absurdo querer retratar a uno, cuando hay 3.000. Además, para hacer de mudo no hay que ir a una escuela de mudos. En Carne Trémula, Bardem quería hablar con policías, a él le servía porque hacía de un policía que empezaba, pero a mí... ¿Qué policía me va a enseñar que es corrupto, que toma drogas, que se tira a la mujer de otro? Visconti hacía que pusiesen cosas en los cajones para que los actores no los vieran vacíos, yo eso no lo necesito.

P . Ya, pero es imposible no ver los paralelismos entre la serie y las corruptelas reales.

R. Hay cosas que te recuerdan a unos y otros. Pero sin nombres, en la serie no se habla de partidos. Yo he conocido corruptos desde Unió Mallorquina a Esquerra Republicana.

Pero la serie no trata de corrupción política, sino en general.

P. ¿Ve a su tierra, Valencia, representada en la serie?

R. La serie transcurre en un pueblo imaginario del Mediterráneo. Podría ser Benalmádena, La Manga, Murcia, o la Costa Brava. En todas partes se han cometido barbaridades.

P. Se puede hacer crítica política en una serie de la tele.

R. Crítica y ensalzamiento... hay que ver cómo describen algunos la historia de este país.

P. Como Cuéntame... (en la que ha estado siete años).

R. Podría ser, hay épocas retratadas en las que todo parece de color de rosa, todos los que salen son progres y los fachas son de caricatura. Eso está en contra de mi trabajo como actor. El mayor asesino del mundo puede tener una sonrisa amable; y puedes llevar bigotito y gomina y no meterte con nadie.

P. Crematorio habla de la Transición con menos dulzura.

R. La serie narra el desencanto de la generación de Chirbes, la mía. Tanto 'soy un ecologista', para al final, cuando se les acabó el porro, dedicarse a otras cosas. Era más difícil corromperse con la dictadura por la pena de muerte, y además la corrupción no trascendía. Ahora la gente con delitos de construir donde no se debe está dando entrevistas en televisiones amarillas. Todo el que tiene poder lo debe ejercer a favor de los demás, pero parece que ejercer el poder está peleado con ser desprendido.

P. ¿Cómo ha cambiado la tele desde que hizo Curro Jiménez?

R. Ahora hay más trabajo, pero la tele ha perdido ese mimo por llevar a las casas un producto que entretuviera. Entonces no había que barrer para ningún lado, con no meterse con el dictador era suficiente. Ahora, buscando complacer las voluntades de los grupos económicos la tele ha perdido espontaneidad.

P. ¿Hay más libertad en las cadenas de pago?

R. Sí. Esta serie afronta un tema que las demás ni tratan.

P. Ha dicho que si un actor fuese un edificio el teatro serían sus cimientos, el cine su estructura y la tele la decoración...

R. Sí, en la decoración hay modas, quitas y pones muebles, los pintas... Es menos objetiva para el actor, depende de cómo se venda, de cómo programen, de muchas cosas ajenas a tu trabajo.

P. ¿Hay corrupción en su oficio?

R. Mientras haya comités para aprobar proyectos habrá corruptelas. Si perteneces a un grupo, tienes el móvil de quien da subvenciones o eres amigo del dueño de un teatro es más fácil.

P. ¿Habló con Chirbes para preparar su personaje?

R. Sí, un rato largo, me dijo que estaba contento con mi elección porque quería a alguien con mi temperamento y mi fuerza.

P. ¿Y no sienta mal que le digan a uno que tiene pinta de cabronazo?

R. Para nada. Todos los grandes del cine, hasta James Stewart, que era un santo, han hecho de malo. Mi malo favorito es el Nerón de Peter Ustinov, y fue embajador de Unicef...

José Sancho en una escena de la serie que protagoniza, <i>Crematorio.</i>
José Sancho en una escena de la serie que protagoniza, Crematorio.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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