Déjà vu
Las recientes tensiones en el norte de África y Oriente Próximo han propiciado la aparición de un nuevo foco de riesgo en la escena internacional. Aunque su origen es geopolítico, las repercusiones económicas que se pueden derivar resultan de máxima relevancia.
El canal de transmisión inmediato pasa por un repunte de las tasas de inflación general, con motivo del fuerte encarecimiento del precio de las materias primas de las que estos países son principales productores. El peso relativo del componente de productos energéticos en la cesta del IPC y la intensidad con la que se produzca el traslado en sus variaciones a los precios finales determinarán el impacto diferencial entre países.
La oferta monetaria y el crédito al sector privado aún presentan crecimientos reducidos
Tanto o más importante que la repercusión directa en los registros de inflación es la generación de efectos de segunda ronda, derivados de un enquistamiento de las expectativas de precios y de la generalización de tensiones en los costes de producción. La merma de poder adquisitivo de los hogares, aparejada al encarecimiento de bienes de consumo básico, así como el potencial estrechamiento de márgenes empresariales, pueden llegar a ser claves a la hora de determinar la velocidad de recuperación del bloque desarrollado.
Esta deriva hacia un escenario de menor crecimiento y mayores presiones inflacionistas ha sido la lectura que han hecho los mercados financieros en la última semana. El fuerte tensionamiento de las expectativas para la evolución del repo BCE y de los tramos cortos de la curva de tipos del euro contrasta con la relajación de rentabilidades en los plazos más largos (influida por la búsqueda de refugio) y la pérdida de correlación del precio del petróleo con el de otras materias primas termómetros de ciclo, como el cobre.
El mayor sesgo monetario de la función de reacción del BCE frente a la de sus homólogos explica el posicionamiento del mercado a favor de una subida del tipo de intervención antes de que cierre 2011. Pero aun cuando las variables de control monetario pudiesen llegar a avalar la conveniencia de normalizar los tipos de referencia, la oferta monetaria y el crédito al sector privado en la zona euro todavía presentan crecimientos reducidos y no se atisban presiones en precios subyacentes. Es destacable la diferente respuesta que ha tenido el mercado con respecto a futuras actuaciones de la Reserva Federal en EE UU, más orientadas a garantizar las bases de recuperación y limitar lo que hasta hace poco era su principal preocupación: la deflación.
Ello no es óbice para que el BCE empiece a recurrir al endurecimiento de su discurso, como alternativa para evitar un escape alcista de las expectativas de inflación a medio plazo, y siga avanzando en la estrategia de retirada de las medidas de inyección de liquidez ilimitada. En el contexto actual no podemos evitar recordar el episodio de julio de 2008. Entonces, los temores de inflación derivados del mismo detonante que ahora se impusieron en la función de reacción a las señales de cambio de ciclo, provocando un endurecimiento monetario contraproducente. En esta ocasión, dada la frágil situación cíclica y la inestabilidad financiera, las secuelas podrían ser, si cabe, mayores.
Sara Baliña y Alfonso García Mora son profesores de Afi, Escuela de Finanzas Aplicadas.
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