Licencia para soñar
El Madrid, liderado por Tomic y Mirotic, bate al Partizán y se asegura el primer puesto de su grupo y el factor cancha en los cuartos
El Madrid vivió en Belgrado entre el sueño y la pesadilla. Se vio ganador, se complicó la vida y, finalmente, encontró un triunfo que le permite ambicionar metas hasta hace poco inalcanzables.
Los extremos se tocaban en la cancha. El Madrid buscaba prolongar su condición de invicto para certificar la primera plaza de su grupo mientras el Partizán intentaba alcanzar su primer triunfo en el Top 16 para salvar la honrilla. El premio para los de Messina, ya clasificados, no era baladí. Liderar el grupo y tener el factor cancha a favor en el cruce de los cuartos de final es históricamente una garantía para alcanzar la Final Four. Un objetivo que los blancos añoran desde hace tres lustros.
PARTIZÁN 56 REAL MADRID 61
Partizán: Kecman (11), Klobucar (6), Katic (14), Gist (4) y Vesely (15) -cinco inicial-; Milosavljevic (0), Jawai (6), Jerrels (0), Lukic (0), Djekic (0) y Besovic (0).
Real Madrid: Prigioni (0), Llull (13), Velickovic (1), Fischer (3) y Tomic (21) -cinco inicial-; Tucker (0), Sergio Rodríguez (10), Suárez (0), Mirotic (13), Vidal (0) y Begic (0).
Árbitros: Facchini (Italia), Ankarali (Turquía) y Lopes (Portugal). Eliminaron por faltas a Fischer.
16.525 espectadores en el pabellón Arena de Belgrado.
Superada la decepción copera y el último resbalón liguero en Valencia, el conjunto blanco sigue ganando cuerpo y firmeza en cada envite. La pizarra de Messina ha encauzado todas sus flechas hacia Tomic y el pívot croata, tras meses en el diván, vuelve a erigirse como un filón en la defensa y, sobre todo, en el ataque. El curso pasado, a estas alturas, el Madrid se felicitaba por haber descubierto una joya de 23 años. Tomic se coronaba en el Palau con 22 puntos, cinco rebotes y 26 de valoración en la única victoria del Madrid de Messina sobre el Barcelona y se convertía en la piedra angular y filosofal del equipo, que en estos días vuelve a explotar esa mina.
Anoche, sus 14 puntos en el primer tiempo parecieron sentenciar un duelo que refrendaba las buenas sensaciones del Madrid en la competición. Los blancos se sentían cómodos y confiados. Imaginando misiones superiores y retos venideros. La caldera de Belgrado se había transformado en un lugar paradisíaco, ideal para confirmar la mejor actuación europea en más de una década. Fue segundo en las tres ocasiones anteriores en las que logró alcanzar los cuartos de final. La ventaja permitía entregarse a la ensoñación (18-33, en el descanso).
Pero entonces el Partizan despertó del letargo y con el empuje de Vesely y Katic convirtió un choque que parecía sentenciado en un pulso de carácter. Un parcial de 16-1 empató el partido (34-34) mediado el tercer cuarto y así permaneció hasta el final. Los porcentajes de triples eran pésimos: uno de 18 los locales y uno de 10 los visitantes. Tocaba remangarse en la zona. La épica de Llull, nacido para vivir en el alambre, agitó a los madridistas. El talento academicista de Mirotic se sumó a la causa con otra actuación de las que anuncian carreras estelares (13 puntos, nueve rebotes y tres asistencias). Y, de nuevo, se agigantó la figura de Tomic. A falta de 2m 38s, el marcador reflejaba un empate a 52. Entonces, un dos más uno del pívot croata y un gancho que entró con suspense allanaron definitivamente el camino. Una victoria con la que el Madrid certifica su ventaja de campo con vistas al cruce de los cuartos y alcanza la licencia para soñar.
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