Griffin vuela de un récord a otro

I believe I can fly (Creo que puedo volar). La canción incluida en la banda sonora de la película Space Jam, que protagonizó Michael Jordan en 1996 y que fue interpretada en esta ocasión por un coro de góspel desde el centro de la pista, no pudo ser más oportuna para animar el último mate, el mate con el que Blake Griffin (Los Ángeles Clippers) consumó su triunfo en el imaginativo duelo que mantuvo con JaVale McGee (Washington Wizards) tras ser eliminados DeMar DeRozan (Toronto Raptors) y Serge Ibaka (Oklahoma Thunder) en el concurso del All Star.

Poco antes, James Jones (Miami Heat) se impuso en el concurso de triples al batir en la final a los celtics Ray Allen y Paul Pierce.

Ha emulado en su primer año a Abdul Jabbar en puntos y rebotes

Además, ningún 'rookie' jugaba el 'All Star' absoluto desde Yao Ming en 2003

El del Staples Center, de Los Ángeles, fue un concurso de mates realmente espectacular, sorprendente a más no poder. Ambos finalistas exhibieron su calidad técnica, su fortaleza, su coordinación y, sobre todo, su ingenio para interpretar de nuevas maneras un tipo de acción que a veces corre el riesgo de caer en la rutina.

Griffin, con su victoria, apuntala, si cabe, su fama de fenómeno de la NBA. No necesitó la capa de Supermán como Dwight Howard en 2008, pero no le vino mal utilizar un coche como golpe de efecto para culminar una velada en la que McGee rizó el rizo efectuando dos mates a la vez en dos canastas y, acto seguido, machacando con tres balones al tiempo.

En los apenas tres meses y medio que lleva en la NBA, ya es Griffin el terror de todas las defensas que se oponen a su equipo, los Clippers. "Cuando veo baloncesto junto a mi hijo, solo hay algunos jugadores que le dejo observar: Kobe Bryant, LeBron James y Blake Griffin. Es todo", exagera Shaquille O'Neal. "Le considero un gladiador. Es más fuerte que todos los jugadores a los que se enfrenta, pero, al tiempo, es también más potente y más rápido. Además, no es egoísta. Me recuerda un poco a Tim Duncan", analiza Gregg Popovich, el entrenador de San Antonio Spurs y que ha desempeñado también ese papel en el All Star al frente del conjunto del Oeste.

Nacido en Oklahoma City en 1989, Griffin vivió una infancia especial porque recibió la instrucción escolar en casa de su madre, Gail, hasta que cumplió los 14 años. Entonces fue a la Academia Cristiana y, junto a su hermano Taylor, fue entrenado por su padre, Tommy. En 2009 fue elegido como número uno del draft por los Clippers. La ya famosa maldición del equipo pobre de Los Ángeles se prolongó con la fractura por estrés de una de las rodillas de Griffin. Fue antes de que empezara la temporada. No pudo jugar. Por eso es novato en la presente, en la que eligió llevar el número 23 tras pedirle permiso a Wayman Tisdale cuando la estrella de los años ochenta que ganó la medalla de oro con la selección liderada por Jordan en la final olímpica de Los Ángeles 1984 luchaba por superar un cáncer de huesos.

Griffin ha disipado cualquier duda sobre su absoluta recuperación. Ha sido el primer novato desde Kareem Abdul Jabbar capaz de encadenar nueve partidos con al menos 20 puntos y 10 rebotes. Promedia 22,8 puntos, 12,6 rebotes y 3,5 asistencias y es también el primer novato all star desde la elección del chino Yao Ming en 2003. En la pared de su habitación en casa de sus padres está colgado todavía el llamado mate de la muerte de Vince Carter, ganador del concurso en 2000. Griffin es un consumado ejecutor de mates y este año suma 137. Uno de los más recordados fue el que hizo pese a la oposición del ruso Timofey Mozgov, de Nueva York Knicks, que mide 2,16 metros.

Pero el ídolo de los Clippers debe mejorar. Especialmente, en los tiros libres, en los que lleva un 61,7% y en el tiro entre media y larga distancia. "Desde el primer día, lo que le ha hecho un jugador muy especial es su buena disposición para entender cuáles son sus puntos débiles y trabajar duramente cada día para superarlos", cuenta su entrenador en los Clippers, Vinny del Negro. Son muchos los que afirman que la única comparación por su fortaleza atlética es LeBron James, entre los jugadores actuales, y Charles Barkley, entre los de las dos últimas décadas.