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Reportaje:

El Celta más gallego

Los resultados invitan a edificar el futuro deportivo del club desde la cantera

Cuatro años y medio después de hacerse con el control del Celta, Carlos Mouriño empieza a paladear la cara amable del fútbol. El jueves pasado escenificó su satisfacción en el museo del club. Allí se sacó una foto con el que es el mayor trofeo de su periplo: la cantera. Lo hizo para anunciar la renovación de los contratos de Hugo Mallo, Jonathan Vila, Álex López, Iago Aspas y Dani Abalo. Los tres primeros, pilares del once tipo que se mantiene en puestos de ascenso; los dos mediapuntas, talentos emergentes en momentos decisivos.

Mouriño semeja, después de mucho tiempo, feliz. Cuando hace año y medio traspasó a Joselu al Real Madrid a cambio de un millón y medio de euros le llovieron los reproches por vender la joya de A Madroa. Dolió aquel traspaso porque, al margen de los agujeros que tapaba, eran tiempos en los que llevar la cruz de Santiago en el pecho estaba al alcance de futbolistas extranjeros de medio pelo. Bamogo, Areias, Okkas, Quincy, Rosada, Manchev, Roberto, Dinei, Danilo, Renan o Arthuro lo hicieron. "Se estuvo tirando el dinero y cerrando puertas a muy buenos jugadores", reflexiona Jorge Otero, una de las banderas del vivero celeste. Los resultados y los buenos consejos, también la precariedad, le han mostrado a Mouriño el camino. "Buscamos jugadores comprometidos con el club. Queremos subir a Primera y queremos hacerlo rodeados de estos chicos", pregonó orgulloso ante las cámaras.

Jorge Otero: "Se estuvo tirando el dinero y cerrando puertas a jugadores"
El presidente Mouriño anuncia pocos refuerzos si hay ascenso

El movimiento del club sirve además para lanzar varios mensajes. Semanas atrás también había cerrado la continuidad de todo el cuerpo técnico y auxiliar. Tan sólo el futuro de Falcón y de Michu, -"no está en nuestra mano", explica el presidente-, abrirá de aquí a final de temporada debates que no sean futbolísticos. Al margen del ascenso. "Si lo conseguimos haríamos un esfuerzo para reforzarnos con cuatro o cinco futbolistas que no podrían venir en Segunda", advierten desde el club. Pero además las renovaciones de los nuevos emblemas, lleva la ilusión a las categorías inferiores. Y ahí -matiza Otero- "se está haciendo un gran trabajo porque el filial lleva años haciendo grandes temporadas y el juvenil fue no hace mucho subcampeón de Copa". "Éste es el camino", corrobora Javier Maté, que no se crió en la cantera del Celta pero la conoce como pocos. "Se recurrió a ella por subsistencia y se demostró que había futbolistas importantes", sentencia el ex guardameta. Todavía hay apuros. El equipo responde sobre el césped, pero Mouriño advierte de que no puede hacer ni un esfuerzo más. Antes de iniciar la temporada había pronosticado dos años "con muchas dificultades en el apartado económico". Falta uno más, pero si para entonces el equipo está en Primera ya lloverá menos. "Estar en la máxima categoría es algo más que dinero", estima Otero, al que le duele ver por Vigo a chavales con la camiseta del Barça. "La cantera del Athletic es un ejemplo. Allí los niños nacen con el sentimiento de jugar en el equipo de casa, al margen de que el fútbol sea una profesión en la que haya opciones de mejorar".

Otero mejoró profesionalmente en el Valencia, equipo que realiza ahora un seguimiento sobre Hugo Mallo, un lateral en el que muchos ven su sosia fuerte defensivamente y cada vez más atrevido en ataque. "Su progresión ha sido espectacular, ahora sabe cuando tiene que aparecer en campo contrario, es agresivo y muy rápido", describe Otero. Puede que Mallo acabe recorriendo idéntico camino, pero por ahora saborea el gusto de disfrutar de la ilusión que le motivó durante años. "Me crié en el Celta y desde pequeñito mi sueño era jugar en el primer equipo", dice. Se trata de un sentimiento que a determinadas edades no se puede comprar con dinero. Mallo, Vila, Aspas, Abalo o Roberto Lago, que también está próximo a cerrar un compromiso plurianual, sienten que éste es el momento de estar en Vigo. "Queremos ascender a Primera todos juntos", apunta Dani Abalo, uno de los primeros en llegar de una generación que ya escribe historia en el club, en la que hay perfiles diversos e incluso capacidad para reinventarse como ha hecho Jonathan Vila, centrocampista al que el técnico Paco Herrera reconvirtió a central para liderar al equipo desde atrás. "Ha mejorado mucho viendo el fútbol de frente", explica Maté, que se acuerda de Iago Aspas, que no goza de la titularidad, pero del que hay sobradas muestras de su capacidad. "Es un jugador distinto a todos", subraya Maté. Tan distinto es que durante el acto del jueves pasado en el museo de Balaídos supo entrar y salir de un charco sin mojarse. "Para muchos el tren pasa sólo una vez. Joselu igual podría estar aquí triunfando", espetó antes de pararse a pensar en el destino de su amigo: "Bueno... está en el Madrid".

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