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Columna
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Galicia no es Egipto

La prensa en papel y en Internet de la caverna madrileña sueña desde hace días con una revuelta como las de Túnez o Egipto. Jóvenes en paro, hosteleros a favor del humo de tabaco o quien sea ocupando las calles incansablemente hasta echar abajo lo que llevan denunciando como una insoportable "dictadura": que gobierne Rodríguez Zapatero. Seguramente no llegue el adviento de Rajoy, Rato o Rubalcaba ni nada semejante y tendrán que esperar hasta que toquen elecciones y la gente lo decida votando, aunque seguirán invocando a la caja de los truenos como han venido haciendo todos estos años.

Donde seguro que es imposible que eso suceda es en Galicia. Las revueltas en esos países árabes se deben a que hay una gran cantidad de jóvenes en paro y además hay dictaduras. En España y en Galicia, dígase lo que se diga, no hay dictaduras y, sobre todo, en Galicia no hay jóvenes. Somos una población que decrece y los pocos jóvenes que criamos se marchan, están fuera. Cuando contamos la cifra de parados omitimos los que tenemos emigrados, si se contasen sería una cifra insoportable hasta para este país nuestro envejecido y drogado de tedio. Esta Xunta está muy preocupada por que existan demasiados gallegohablantes, pero es un temor infundado, pues si no hay un cambio profundo simplemente desaparecerán los gallegos de modo inexorable. No es que seamos demasiados gallegohablantes o gallegos en general, es que somos especie en vías de extinción.

La Diputación de Ourense ha sido privatizada. Se la ha quedado un grupo organizado de personas

Y la culpa no es de la Xunta de Núñez Feijóo, sería muy injusto cargarle lo que es responsabilidad de todos. Suyas son las culpas de este Gobierno autónomo desastroso, que privatiza, o sea reparte a los suyos, lo que puede -la sanidad o los servicios sociales que quedan- que se está cargando la educación llevando al seno de los centros educativos conflictos ideológicos que no tendrán solución, que ha ahogado la problemática del campo bajo la alfombra... Y que cuando tiene que responder de sus propias competencias, como la política de empleo, le echa la culpa a... Zapatero. Era lo esperable y lo que anunciamos desde el comienzo, una victoria sorprendente que no fue fruto de una labor de oposición seria sino de la autodestrucción de sus adversarios del bipartito, solo podía dar un Gobierno improvisado y sin programa. No hay proyecto de Gobierno, no hay Gobierno y hasta el presidente se larga de vacaciones o de viaje en cuanto puede. Solo hay el vacío. No es culpa suya, la cosa viene de lejos y es culpa de todos, que contemplamos cómo lo intolerable es la norma.

La crisis está obligando a revisar gastos y proyectos, pero siguen ahí las diputaciones, ese dispendio indefendible, y un día y otro afloran casos de la corrupción que afligen a la provincia de Ourense. Ourense sufre un cáncer manifiesto que se llama Diputación. ¿Cuántos años, décadas, llevan aflorando casos de corrupción uno tras otro, individuales o en grupo, que tienen como protagonista a la Diputación provincial? A estas alturas, cabe preguntarse si hay algo que no sea irregular o ilegal en los actos administrativos de ese organismo.

Si lo que informan los periódicos, incluso la prensa adicta, es cierto, entonces ese organismo provincial ha sido privatizado, se lo ha quedado un grupo de personas organizadas y utilizan la institución para ahogar la provincia. Es sorprendente que nadie haya investigado este caso, ninguna autoridad judicial o policial. El saqueo es tan descarado que ya resulta pintoresco, daría para una serie de televisión escacharrante, pero el conjunto de los gallegos nos sentiríamos avergonzados de que el mundo conociese lo que ahí ocurre. Conocer esas realidades en detalle hundiría aún más nuestra autoestima.

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Desde el punto de vista político, lo importante no es que quien dirija actualmente el cotarro se apellide Baltar o de otro modo. Si no fuese esa persona, habría sido otra. Después de Jesús Gil en Marbella llegó Julián Muñoz, pero la enfermedad era la misma. Precisamente el envejecimiento, la decadencia, explican lo que sucede en esa provincia, donde no hay ni habrá jóvenes en las calles echando abajo ningún Régimen provincial. La provincia no tiene fuerzas. Lo lógico es que la Diputación ourensana fuese investigada e intervenida de una vez. No, Feijóo no podría hacerlo aunque quisiese, es rehén de esos votos cautivos, pero alguien tendrá que hacerlo porque ni la crisis permite ese dispendio ni la poca vergüenza que nos queda lo puede seguir soportando.

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