Madrid ve el románico catalán
La Fundación Mapfre exhibe 59 obras procedentes del MNAC mientras se reforman las salas de este periodo
Un joven arrodillado está siendo apedreado por tres hombres con cara de venganza. La imagen, que recuerda a una escena de cómic, es una pintura al fresco trasladada al óleo del siglo XII que reproduce la lapidación de san Esteban, el primer mártir cristiano. Procedente de la iglesia parroquial de Sant Joan de Boí, se conserva en el Museo de Arte de Cataluña (MNAC), pero ahora recibe a los visitantes de la exposición El esplendor del románico, que hasta el 15 de mayo puede verse en la Fundación Mapfre de Madrid (Recoletos, 23). Junto a ella, otras 58 obras románicas del MNAC, buena parte de las perlas de su colección, que han viajado a la capital coincidiendo con la remodelación de las salas de este periodo que precisamente financia Mapfre con 900.000 euros.
"Es la primera vez que todas estas piezas viajan fuera del MNAC, a excepción de cuando viajaron en 1937 a París durante la Guerra Civil y, posiblemente, esta ocasión no se repetirá nunca", aseguró ayer Maite Ocaña, directora del MNAC durante la presentación de la exposición junto a Pablo Jiménez Burillo, director general del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre. Las piezas, "lo mejor de nuestra colección, a excepción de los ábsides que no pueden viajar por problemas de conservación", según Ocaña, ocupan las dos plantas del palacete madrileño situado enfrente de la Biblioteca Nacional.
La exposición permite ver las piezas con una museografía diferente de como se han exhibido en el MNAC. "El visitante se puede acercar más y se muestran como obras de arte y no tanto como objetos litúrgicos", asegura Jordi Camps, responsable del románico del MNAC y comisario de la exposición madrileña. Es el caso de los frontales de altar, que han abandonado su posición en el suelo y se han colocado a la altura de los ojos. Además, la iluminación permite ver detalles que antes pasaban desapercibidos, incluso grafitos en alguna de las pinturas, como el jinete que aparece en la pintura de los Apóstoles de Orcau. Según Camps, esta iluminación directa de las piezas será parecida a la que habrá en las salas del MNAC cuando concluyan las reformas.
Otra novedad es la de la nueva técnica de reintegración de lagunas que el MNAC realizará a partir de ahora en la pintura mural y que se puede ver por primera vez en Madrid en obras como la lapidación de san Esteban. "Para reintegrar las lagunas se han buscado tierras originales en la zona donde se crearon las pinturas y se ha mezclado con cal y cola de conejo como aglutinante para crear un mortero que sea lo más parecido posible al de hace siglos. Así se consigue destacar más el original", explica Gemma Ylla-Català, que ha colaborado junto con Joan Duran-Porta en el comisariado de la exposición. "La idea es ir incorporándola a todas las obras, e incluso a los ábsides".
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