Literatura de izquierda

Ensayo. En una de las novelas del escritor argentino Damián Tabarovsky (1967), La expectativa, se cumplen algunas de las premisas que el mismo desgrana en Literatura de izquierda, un ensayo que concitó no poca polémica entre la familia literaria argentina, cuando se publicó en 2004. Aquella novela ponía en funcionamiento los argumentos de su autor: urdía una voz con apenas peripecias, siendo lo más relevante que siempre diera la sensación de estar ante un asunto inacabado. Por eso me parece muy acertada la idea de la editorial al rescatar este texto. Y me lo parece por su contenido beligerante. Severo con el mercado, el libro del escritor argentino encadena una serie de reflexiones en torno a la praxis literaria en el contexto histórico, social y político de la Argentina de hace un lustro. Tabarovsky defiende un concepto gratuito de discurso literario. Su ideal sería lo que él denomina novela inoperante, la novela sin esperanza, sin trama, sin argumento; la novela sin nada que hipoteque su condición de objeto artístico a la deriva, feliz en su extravío, en su indeterminación. El escritor de izquierda, según el autor, defiende su orgullo contra las convenciones, contra la Academia, contra el mercado. El escritor de izquierda defiende su autonomía formando parte de una Comunidad de Inoperantes. De todas las críticas que se le hicieron a Tabarovsky en su momento, la del también novelista argentino Guillermo Martínez me parece la más argumentada y sólida. No hubiera estado de más que se sumara en esta edición, teniendo en cuenta que dicha refutación no sobrepasa las cuarenta páginas. Las puntualizaciones de Martínez van por el camino del concepto de mercado que maneja Tabarovsky, dado que los ejemplos que da de autores argentinos que escriben al margen del mismo son precisamente los que más se han beneficiado de él, del tan denostado mercado. De todos modos, Literatura de izquierda tiene el valor de la disidencia (aunque a Martínez le parezca a veces bastante obvia), y no es un mal modelo el de Tabarovsky para formular una suerte de verdad absoluta del hecho literario. Siempre y cuando no olvide el aserto de Ferry Eagleton en Después de la teoría: "La verdad absoluta no es la verdad apartada del tiempo y del cambio".