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Varios testigos dejan sin coartada a El Cuco durante hora y media el día del crimen

El juicio contra el menor Javier G. El Cuco, acusado junto a Miguel Carcaño de haber violado y matado a Marta del Castillo en 2009, navega entre la maraña de versiones, declaraciones y confesiones de los imputados. En la jornada de ayer, varios testimonios pusieron en entredicho uno de los testimonios exculpatorios del menor: el que le situaba en dos botellonas en la noche en la que la investigación sostiene que murió Marta.

Un compañero de instituto de El Cuco declaró que había estado de botellona con él hasta alrededor de las 20.30 del 24 de enero de 2009 en los alrededores del pabellón de los deportes de San Pablo, la primera de las dos citas con chicos y chicas de su edad a las que el imputado dijo haber asistido.

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Por otro lado, otros cuatro testigos, también compañeros de instituto del menor aunque no pertenecientes a su círculo de amistades, sostuvieron que éste llegó a la botellona que estaban haciendo en Santa Clara entre las 22.00 y las 22.30. El primero de los testigos aseguró, además, que durante la cita junto al polideportivo San Pablo el imputado llevaba puestos unos pantalones vaqueros, mientras que, en la segunda de las botellonas, se había cambiado y se presentó en Santa Clara ataviado con un pantalón de tipo camuflaje. Ninguno de los testimonios ofrecidos ayer aclara dónde o con quién se encontraba El Cuco durante al menos hora y media.

El abogado defensor del menor, Fernando de Pablo, recordó que el jueves otros testigos del juicio respaldaron la coartada de su cliente de que estuvieron con él en la primera botellona hasta las 21.00 y quiso restarle importancia a estas faltas de coincidencia.

Entre los seis jóvenes citados ayer, el único convocado por la defensa de El Cuco para corroborar su coartada, sostuvo que no le conocía ni había estado aquella noche en los puntos de reunión citados por el imputado. De Pablo restó importancia a lo declarado por este testigo y argumentó que se le había convocado como testigo porque todos los demás adolescentes lo situaban como uno de los que estuvo con El Cuco aquella noche.

La ronda de testigos se completó con un miembro de la pandilla de Marta que al día siguiente de la desaparición de la joven acudió a la casa del asesino confeso, Miguel Carcaño, quién, según su testimonio, no le permitió pasar al interior.

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