El sueño vanguardista de la joven Polonia
El Círculo de Bellas Artes reúne una muestra de artistas constructivistas del Museo Sztuki de Lodz
Atrapada entre dos gigantes que más tarde la habrían de pisotear, la Polonia de entreguerras aún participó del sueño vanguardista que vivió el arte europeo a partir de la segunda década del pasado siglo. Prueba de ello es que en febrero de 1931, apenas un año después que el MoMA de Nueva York, abría sus puertas el Muzeum Sztuki de Lodz con un centenar de piezas que recogían la experimentación que proponía el constructivismo, el futurismo, el cubismo, el neoplasticismo, el surrealismo y el purismo. Hasta el 15 de mayo se puede ver en el Círculo de Bellas Artes la muestra Un mundo construido: Polonia 1918-1939, una selección de piezas del museo y de otras colecciones polacas, que permiten reconstruir la modernidad del país desde su independencia en 1918 hasta su invasión por los nazis.
El Muzeum Sztuki, recordó ayer su director, Jaroslaw Suchan, nació del "acto de solidaridad" de un puñado de artistas, encabezados por Wladyslaw Strzeminski, Kataryna Kobro y Henryk Stazewski, que donaron sus obras. "La historia de nuestro museo está directamente relacionada con la del constructivismo polaco", dijo Suchan. A lo largo de los años, la colección fue aumentando con otras donaciones: desde París llegaron piezas de Sophie Taeuber-Arp, Theo van Doesburg, Fernand Léger y Max Ernst; en los setenta, muestras del joven arte británico; y en 1981, tras una vista de Joseph Beuys, parte del archivo del artista alemán. "Tres rasgos caracterizaron la fundación del museo que luego han influido mucho en la colección: la relación con todo lo que era vanguardia en arte, la dimensión internacional y la colaboración con otros artistas europeos", señaló Suchan.
En el periodo que abarca la exposición, señala Juan Manuel Bonet -comisario de la muestra con Paulina Kurc-Maj- en un texto del catálogo que firma con Monika Poliwka, "las vanguardias polacas encontraron un amplio eco" y forman parte de un mapa de ciudades como Varsovia, Cracovia, Lodz, Poznan, que conectan con Belgrado, Bucarest, Budapest, Praga, Ljubljana y Zagreb, donde prendieron aventuras artísticas que "el ascenso del nazismo, la II Guerra Mundial y la posterior glaciación comunista cercenaron casi por completo". La exposición incluye cuadros, dibujos, esculturas, fotografías, fotomontajes, películas, maquetas de arquitectura, muebles, proyectos escenográficos, carteles, libros y revistas.
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