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Reportaje:

El imposible rescate del cachalote

Los ecologistas dan por perdido el esqueleto del cetáceo varado en Doniños

Ni por tierra, ni por aire, ni por mar. Hace tres días que la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) de Ferrol busca la fórmula para recuperar el cadáver del enorme cachalote que varó el fin de semana en Doniños. La marea lo arrastró hasta la playa de Lume Boo y las olas lo encajaron en un banco de arena. Esa pequeña cala rocosa y rodeada de cantiles será su destino final. La entidad ecologista desistió ayer de un rescate inviable por la compleja orografía de una playa estrecha y sin apenas arena, encajada entre paredes de piedra y azotada por el oleaje. Aspiraban a trasladar el cetáceo por mar hasta el puerto exterior de Ferrol, en Caneliñas. Querían extraer el esqueleto completo de un ejemplar magnífico de 11 metros de largo para exhibir en el futuro Museo da Natureza de Galicia, todavía en obras.

Sospechan que tragó un aparejo de pesca y nadó moribundo hasta la costa
La Sociedade de Historia Natural posee 17 de las 24 especies de cetáceos

El mar de fondo y las afiladas rocas de Punta Penencia truncaron sus planes. El remolcador de la Autoridad Portuaria dio media vuelta sin reflotar el cachalote, ya que el canal de acceso a la playa no tiene el calado necesario. No hay grúa capaz de asomarse al acantilado, ni helicóptero capaz de maniobrar en la cala para izar el gran cetáceo, una hembra que pesa entre 20 y 24 toneladas. "Casi lo damos por perdido", se lamenta Juan Ignacio da Silva, coordinador de la SGHN en Ferrol, y uno de los artífices de que la entidad atesore la mayor colección de cetáceos de España y la mejor compilación de fósiles de cetáceos de Europa.

Da Silva confía en que un golpe de mar reflote al cachalote, por ahora condenado a pudrirse en la arena. Los ecologistas vigilan de cerca un cetáceo convertido en la gran atracción marina de la comarca, con centenares de vecinos desfilando por Lume Boo. Quieren evitar que los curiosos se lleven de recuerdo alguno de sus 52 dientes.

Los voluntarios de la SGHN tomaron muestras para averiguar de qué murió el cachalote de Doniños, una especie no protegida pero catalogada como vulnerable, que nada en aguas muy profundas, come calamares gigantes y rara vez se acerca a la costa. Este ejemplar, explica Da Silva, estaba estaba delgado, tenía la dentadura gastada y marcas junto a la boca. Sospechan que enfermó al tragar un aparejo de pesca y nadar moribundo hasta la orilla. Varios delfines aparecieron muertos el mismo fin de semana a pocos kilómetros de Doniños, "con marcas de capturas accidentales".

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Desde 1990, en Galicia se han contabilizado 4.500 varamientos de cetáceos, focas y tortugas marinas. Algunos sobrevivieron, otros no. Parte de sus huesos, cráneos, conchas y mandíbulas se apilan en baúles y cajas en un edificio ruinoso en la plaza de Amboage. Poseen 17 de las 24 especies de grandes y pequeños cetáceos, entre las que se cuentan las mandíbulas de una ballena azul, el mamífero más grande del mundo, o el esqueleto completo de una ballena hallada en Ponteceso. Además, cuentan con ejemplares tan exóticos como un tiburón duende, un pez luna real, un calamar luminoso o un pez pata de pulpo. La mayoría fueron donados por pescadores y los más valiosos salieron del caladero La Selva, 45 millas al norte de la Torre de Hércules.

En la vieja sede de la SGNH de Ferrol, de 120 metros cuadrados, no había espacio para exhibir sus fondos, que incluyen la mejor colección de conchas del mundo (4.000 piezas) donada por la familia de un ex cónsul en Filipinas. El inmueble se caía a pedazos y la SGHN cerró el museo "para evitar una desgracia". La entidad está en mudanza hacia su nueva sede en la Casa del Coronel de Canido, 1.800 metros cuadrados en un edificio de tres plantas desafectado por Defensa, que estrenarán en primavera. Con 600 socios y un presupuesto anual de 28.000 euros, que aporta el Ayuntamiento, la SGHN está montando el primer museo natural de Galicia.

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