Evaluar las autonomías
Evaluar es determinar el valor o mérito de algo. Además de reforzar la legitimidad de lo evaluado, esta práctica permite detectar duplicidades, evidenciar disfuncionalidades y rediseñar estructuras con el fin de mejorar su desempeño. La Agencia Estatal de Evaluación de Políticas Sociales y Servicios Públicos (AEVAL) podría encargarse de diseñar la metodología, criterios e indicadores, y el CIS de realizar una encuesta bien dirigida a los ciudadanos sobre su satisfacción y expectativas, y todo supervisado y consensuado por una comisión ad hoc con representantes de las comunidades.
No es un proyecto caro y a cambio saldrían a relucir resultados sobre transparencia, participación ciudadana, corrupción, accesibilidad a servicios públicos, eficiencia del gasto, y muchos más datos, que permitirían, si fuera el caso, poner en marcha iniciativas para mejorar la coordinación y la eficiencia. Además, a partir de ese momento ya no sería tan fácil, como ahora, vender baratas falacias sobre el Estado de las autonomías, porque entre otros resultados se podría encontrar, por ejemplo, que el fallo no es del diseño, sino de la gestión realizada. Sí, ya sé que muchos dirán que con elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina ahora no es el momento de su evaluación. Personalmente, pienso lo contrario. Realizar esta evaluación antes de estos comicios sería un ejercicio democrátivo muy esclarecedor para la ciudadanía, aunque reconozco que lo escrito podría haber puesto "los pelos como escarpias" de nuestros políticos.
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