El 'milagro' del más pobre
El Valladolid, con el presupuesto más bajo y en ley concursal, se codea con la élite
En el verano de 1989, a pocos meses de la caída del muro de Berlín, un hombre intercambiaba diariamente telegramas desde Valladolid con el otro lado del telón de acero. Gonzalo Gonzalo, por aquel entonces presidente del Fórum Filatélico, estaba embarcado en la aventura de lograr el fichaje de dos de las principales estrellas del baloncesto europeo: Arvydas Sabonis y Valdemaras Homicius, campeones olímpicos con la URSS en Seúl 1988.
Tras arduas negociaciones con el Sóviet Sport, soviético, Sabonis y Homicius llegaron a Valladolid a cambio de 150 millones de pesetas de la época y el baloncesto a orillas del Pisuerga alcanzó dimensiones enciclopédicas.
Lejos quedan aquellos tiempos de fama y gloria de un equipo por el que pasaron otras leyendas como De la Cruz, Corbalán, Tijonenko y Óscar Smith, pero esta temporada en Valladolid vuelve a estar de moda el deporte de la canasta. El Blancos de Rueda, el equipo de Porfirio Fisac, logró hace un par de semanas una histórica clasificación para disputar la Copa del Rey y, mediada la Liga, se codea con la élite.
La histórica clasificación para la Copa desequilibra las cuentas del club
La exitosa andadura del cuadro pucelano sobre el parqué llega en un delicado momento institucional. El club, acuciado por Hacienda y la Seguridad Social, se acogió en octubre pasado al concurso de acreedores para salvar su pésima situación económica. "Hay que aprender a vivir en estas circunstancias. Los jugadores, cuando llegan aquí, conocen el problema del club, pero tenemos la fortuna de contar con profesionales comprensivos y comprometidos", cuenta Eduardo Pascual, director deportivo del equipo, que lidia con la supervisión de un administrador y con los retrasos de dos meses en los pagos de las nóminas.
Con el presupuesto más bajo de la ACB, apenas tres millones frente a los 30 del Barça y el Madrid, el éxito deportivo que supuso la clasificación copera trajo, sin embargo, un nuevo quebradero de cabeza a la entidad. Los gastos derivados del desplazamiento y la estancia en Madrid y las cláusulas en los contratos de los jugadores generarán un desfase presupuestario cercano al 6%.
El club busca fórmulas de autofinanciación que le permitan dejar de depender de instituciones públicas mientras sobrevive con el patrocinio de la denominación de origen Blancos de Rueda. Al tiempo, solicita la colaboración de sus aficionados de manera peculiar. Una encuesta en su web consulta acerca de la conveniencia de celebrar una jornada de ayuda al club para poder financiar la participación en la Copa. Tres son las posibles respuestas: a) buena iniciativa; b) mala, el socio está ya bastante exprimido; c) por la Copa, no queda más remedio. A estas alturas, con más de 1.800 votos, gana la segunda opción con el 64,2%.
En la pista, Fisac intenta que la carroza no se convierta en calabaza: "No sé hasta cuándo nos llegará la gasolina, el acierto y el halo de fortuna". En estos días los focos apuntan al equipo y eso es lo que más preocupa al técnico: "Todo premio tiene su peaje y ahí está la principal dificultad. Si ahora nos creemos buenos, seremos vulgares. Tenemos que seguir siendo humildes y sencillos para poder llegar a ser importantes".
El pasado sábado, el Blancos de Rueda perdió ante el Estudiantes (77-60), pero, de momento, el milagro continúa. El ideario de Fisac es claro: "Somos de ir a la obra todos los días y no el aparejador que aparece por allí una vez a la semana".
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