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Columna
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Ciudad limpia, conciencia limpia

A la hora de trasladar un mensaje electoral a los alicantinos, para obtener su voto, Elena Martín ha optado por denunciar la corrupción. En la ciudad, han aparecido unas decenas de vallas publicitarias con la imagen de la candidata socialista, acompañada de una frase ocurrente. De inmediato, hemos visto que al mensaje le faltaba fineza. Nada hay menos ingenioso que el exceso de ingenio cuando este se hace demasiado evidente. Sólo un aprendiz de publicitario escribiría sin sonrojo: "Alcalde s.a. o tu alcaldesa". Tampoco el resto de los eslóganes parecen muy inspirados: "Salir en las fotos o que tu salgas adelante", "Una ciudad limpia y, además, una conciencia limpia" o "Que tus amigos vivan mejor o que tu vivas mejor", no son un prodigio de invención publicitaria. Alguien ha dicho que las frases son las agudezas de un grupo de amigos alrededor de la mesa del café, y puede que tenga razón.

Con estos inconvenientes, el efecto de las vallas sobre la población ha sido, en buena medida, el contrario del esperado. Sonia Castedo no se ha dado por aludida y, sagazmente, ha aplicado la ordenanza municipal a los anuncios que la incumplían. El resultado de esta decisión ha sido fulgurante, y de inmediato se ha hablado más del incidente que de los mensajes de Martín. Como bien sabe el Partido Popular, no hay nada mejor para ocultar los graves delitos propios que airear las faltas leves del contrario. Por otra parte, ¿tiene sentido hablar de corrupción si no se aportan nuevos datos? Los expertos aseguran que no es adecuado convertir estos temas en el eje central de la campaña electoral. No es con denuncias como se ganan las votaciones, sino con ideas y proyectos que ilusionen al elector y le hagan confiar en el candidato. Castedo no tiene un proyecto para Alicante -al menos, no lo ha demostrado durante su mandato-, pero es suficientemente conocida en la ciudad y por ello puede ganar las elecciones.

No acaban de acertar los socialistas alicantinos en el trazado de su estrategia electoral. Su propuesta de declarar la "Cara del moro" patrimonio de la humanidad no despertó mayor interés entre los electores, y el asunto se enterró entre alguna que otra sonrisa. En el caso de las vallas, y su denuncia de la corrupción, no parece que hayan logrado ir mucho más allá. Estos tropiezos han podido acentuar la impresión de que las elecciones municipales ya están resueltas en Alicante, como muchas personas aseguran. La idea es plausible pero tal vez no deberíamos precipitarnos en los pronósticos. Cuatro meses son una eternidad en política. Para que el cambio pudiera producirse, lo primero que deberían hacer los socialistas es levantar el ánimo. Nada resulta menos atractivo para un elector que un aspirante deprimido. Al día de hoy, sin embargo, todo indica que los socialistas han aceptado el dictamen de las encuestas, sin esperar al veredicto de las urnas.

Hace cuatro años, Luis Díaz y Sonia Castedo hicieron numerosas promesas electorales a los alicantinos que no han cumplido. ¿No debería la oposición recordárselas y exigirles cuentas por ello? Sería un trabajo muy apropiado preguntar a los ciudadanos si pueden confiar en un gobierno municipal que ha necesitado una década para construir un colegio público, o que no ha logrado en quince años edificar un palacio de congresos. Como ciudadano, estos asuntos me afectan más que la corrupción. Dejemos que los tribunales se encarguen de la corrupción. Mientras tanto, deberíamos ocuparnos de quienes nos mintieron prometiendo el soterramiento de Conde de Vallellano, o la compra de la Serra Grossa y Agua Amarga para construir un gran parque natural.

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