_
_
_
_
Crítica:DANZA | TODOS LOS NOMBRES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ucronía con zaragüelles

¿Encuentra de nuevo la palabra de los filósofos un lugar en la danza contemporánea? ¿Se repite el efecto diagonal que ya tuvo Nietzsche en Maurice Béjart? ¿Reacciona el arte coreográfico en la medida que Deleuze enfrió la estética de William Forsythe? Estos días vuelve al Teatro de la Ville de París el coreógrafo australiano Garry Stewart con Be yourself, un trabajo alrededor del filósofo del siglo XVIII David Hume. Por otro lado, en la misma capital francesa, en el Teatro 104 se verá de nuevo Salves, de la coreógrafa francesa de origen español Maguy Marin (estrenó en la última Bienal de Lyon en septiembre 2010), directamente inspirada y entroncando el pensamiento de Walter Benjamin. Malpelo nos ofrece dentro de Escena Contemporánea Todos los nombres, donde rezan como colaboradores Carlos Thiebaut y John Berger, e inmediatamente viene al hilo el Berger de Modos de ver, influenciado a su vez por el archifamoso y definitorio para muchos ensayo de Benjamin La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, donde pueden contenerse elementos formales y planteamientos que en Todos los nombres rozan en recorrido sugerente una trama obsesiva y torturada. Por una vez en danza, el texto no sobra sino que enajena la acción bailada, positiva un imaginario plástico.

TODOS LOS NOMBRES

Creación e interpretación: María Muñoz; dirección y espacio escénico: Pep Ramis; música: S. Noble, J. Edwards y N. Rebelo; vestuario: C. Puigdevall; vídeo: Xavier Pérez. Sala Cuarta Pared. Hasta el 29 de enero.

Escenografía elaborada

María Muñoz, ataviada con zaragüelles, botas de montaña, antenas y gorro de aviador en estilo steampunk, se muestra como una mujer madura que mantiene su instinto gestual, definitorio de una lírica personal y concentrada. En el estreno, algunos titubeos, disgregaciones que enmarcables al personaje o como resultado de un choque con el robot que han pedido prestado a la estética de Tinguely.

El material coréutico, colocado en secciones abiertas pero estancas, no ejercita progresión alguna sino que cicla en la obviedad ritual que identifica toda actividad cognitiva, se trata de un romanticismo áspero, el impulso de orden y su correlato de caos, o quizá frustración poética. La escenografía de Ramis es elaboradísima, funcional, está llena de simbologías y guiños, desde el molino de viento cervantino al péndulo tonal, desde el uso del papel japonés estampado virtualmente con el vídeo cartográfico a los artilugios mecánicos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_