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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Bobby Robinson, impulsor de la música negra en Harlem

Fundó cuatro sellos para producir discos con el sonido de la calle

Fernando Navarro

Los días de Bobby Robinson habían pasado hace mucho tiempo, pero ahí estaba hasta hace un par de años, leyendo un periódico a la puerta de su tienda, Bobby's Happy House (La Casa Feliz de Bobby), cualquier mañana de domingo cuando los rayos del sol iluminaban la fascinante vitalidad del Harlem neoyorquino.

Con su aire de brujo callejero y su sonrisa torcida, Bobby Robinson, fallecido el pasado 7 de enero a la edad de 93 años, regentó durante décadas la primera tienda musical del barrio afroamericano por excelencia de Nueva York, localizada en la legendaria calle 125, esquina a Frederick Douglass Boulevard, a unos pasos del teatro Apollo. Sobre Robinson podía recaer el mérito de ser el primer negro dueño de su propio negocio en la principal arteria de Harlem, antes de la lucha de Martin Luther King por los derechos civiles, pero hizo mucho más que eso: este hombre de pelo alborotado y descuidado fue el mayor impulsor de los sonidos urbanos con patente de corso. Su afinado oído, que prestó atención al soul, el funk y el hip-hop, representaba en sí mismo la evolución de la música negra en Estados Unidos.

Nacido en Carolina del Sur el 16 de abril de 1917, Robinson se mudó a Nueva York en los años cuarenta tras servir para el Ejército en Hawai. Se afincó en Harlem y en 1946 abrió Bobby's Record Shop, una tienda de discos en el corazón del barrio que catalizó su profunda alma negra. Con un catálogo inicial basado en álbumes de blues y doo-wop, Bobby's Record Shop se convirtió, gracias al espíritu inquieto de su dueño, en refugio y lanzadera de músicos desconocidos.

Respaldado económicamente por su hermano, Robinson, quien entabló amistad con el gran Ahmet Ertegun de la compañía Atlantic, abrió en 1952 el primero de sus cuatro sellos independientes encargados de difundir los ritmos de la calle. Al mando de Fire Records, contó en sus filas con Elmore James o Lightnin' Hopkins. Otros nombres que pasaron por sus compañías fueron The Shirelles, Gladys Knight & The Pip, Lee Dorsey o Wilbert Harrison, con quien alcanzó el número uno con Kansas City.

En un homenaje a su figura, el disco The fire and the fury recopila las composiciones de R&B y soul de esa época. Aunque mucha reputación para las siguientes generaciones se la ganó en los setenta, cuando fue pionero en apostar por los sonidos que alumbraban el nacimiento del rap, difundiendo los primeros trabajos de Grandmaster Flash, The Furious Five o Doug E. Fresh.

Tras vender todo su catálogo a Bell Records, se dedicó a latienda, que cerró en los noventa y reabrió en 2002 con el nombre de Bobby's Happy House. En 2008 tuvo que cerrar pese al movimiento ciudadano de apoyo que se originó en Harlem. Diminuta y estrafalaria, con solo tres dependientes y un gran tablón acristalado con fotografías de Robinson junto a Fats Domino o James Brown, era un oasis para la memoria colectiva en un barrio cada año más pasto de especuladores e inversores. Como él mismo dijo a este redactor: "Chico, las cosas no son como antes, pero no me importa". Ciertamente, los días eran otros, y Robinson se había quedado medio sordo, pero era feliz en su tienda, como un druida, poseedor del hechizo de la mejor música.

Bobby Robinson, en su tienda.
Bobby Robinson, en su tienda.F. N.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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