Todo para y por el público

En pleno revuelo internáutico ante la posibilidad de que mañana lunes se presente la ley Sinde reformada en el Senado y comentando la pronta publicación de las cifras oficiales del cine en 2010 -que no serán buenas ni para el español ni para el hollywoodiense-, ayer por la mañana los candidatos a los Premios Goya -que ya llegan a su 25ª edición- se reunieron en la Puerta del Sol a celebrar el cóctel de los candidatos, una buena forma de verse sin los nervios que les atenazarán el 13 de febrero, día de la gala.

De vestido largo, con alegría y con algunos equipos al completo para festejar su triunfo, allí estaban los creadores de las cuatro películas con más candidaturas, cuyos directores son además finalistas al Goya en su categoría: Rodrigo Cortés encabezaba a los de Buried (10 candidaturas), Iciar Bollaín a los de También la lluvia (13), Agustí Villaronga a los de Pa negre (14) y De la Iglesia a los de Balada triste de trompeta (15). Por Biutiful solo estaba Ana Wagener, candidata a la actriz de reparto que compite contra una delgadísima Pilar López de Ayala (Lope), Laia Marull (Pa negre) y Terele Pávez (Balada...), todas presentes.

De la iglesia: "hay que esforzarse más en conectar con los espectadores"

De los actores de reparto solo posaron Karra Elejalde (También la lluvia) y Álex Angulo (El gran Vázquez), que seguro que recordaron viejos tiempos comunes con el presi en Acción mutante. Faltó, obligada por motivos laborales, Elena Anaya (Habitación en Roma), y curiosamente apareció Fernando Trueba, candidato al filme de animación con Chico y Rita, pero no su hijo, Jonás, nominado a dirección novel con Todas las canciones hablan de mí. Antonio de la Torre (Balada) y Luis Tosar (También la lluvia) midieron armas en ausencia de sus otros rivales, Ryan Reynolds (Buried) y Javier Bardem (Biutiful).

Los congregados, vestidos de gala -en la alfombra roja Carolina Bang (Balada triste de trompeta) recibió un "Con el cuerpo que tienes, ¡quítate el abrigo!"-, escucharon el discurso de su presidente. Entre sus momentos más destacados recalcó: "Nos dedicamos a un oficio que nos apasiona"; "tal vez este año no lo hemos hecho tan bien. No hemos conectado con el público como queríamos, debemos hacer más esfuerzo"; "la sociedad también pasa por momentos difíciles, no nos podemos quejar"; "sabemos encajar los golpes porque hacemos lo que nos gusta" y, finalmente, "el público es el que ha hecho que estemos aquí".

Como anfitriona en la Puerta del Sol, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, ni la presidenta Esperanza Aguirre ni el vicepresidente y consejero de Cultura, Ignacio González (dos ausencias un poco feas), sino Concha Guerra, viceconsejera de Cultura, que agradeció al mundo del cine el "liderazgo cultural y económico que suponen para esta Comunidad". Y al canapé y a la copa, que los cineastas hacen arte, pero también tienen hambre y sed como el resto de los mortales.

Allí, en los corrillos, Bollaín comentó las posibilidades de que el martes También la lluvia sea una de las cinco finalistas al Oscar a la mejor película de habla no inglesa (está en la preselección de nueve títulos), una alegría que le pilla a pie cambiado porque está a punto de marcharse a India a rodar.

De la Iglesia aseguró que aún lucha porque estén en la gala Mario Vargas Llosa y José Luis Garci (otro hijo pródigo de la Academia), pero fijo fallará Iker Casillas porque en esa jornada el Real Madrid juega fuera, y que su intención al presentar una propuesta distinta de la ley Sinde a los partidos era sencillamente ayudar: "Pero soy un mediador y los del medio son siempre los que se llevan las tortas", y que se acerca el momento del rodaje de La chispa de la vida, con José Mota y Salma Hayek.

Rodrigo Cortés aseguró que Robert de Niro y Sigourney Weaver han estado varias veces en Barcelona, ensayando su Red lights, "aunque si no quieres llamar la atención, nadie te ve, y eso es lo que ha ocurrido"; y Agustí Villaronga se mostraba exquisitamente distante con tanto boato: le gusta que su Pa negre haya sido tan bien recibida, pero su mundo no es este.

Fuera, en la Puerta del Sol, hacía frío. Dentro, en el edificio del reloj, el presidente, que había dicho antes "tenemos que hacer un esfuerzo mayor; muchas veces nos equivocamos, pero seguiremos intentándolo", dio calor a sus compañeros. Ellos, oídos los aplausos, se lo agradecieron.