Sometidos a la ducha escocesa
Estamos sometidos a la ducha escocesa. Ya helada, ya hirviendo. Al inicio de la semana pasada, todo olía a catástrofe, los mercados arrasarían Portugal, luego España, luego el euro... Bastó con la nueva de que el déficit portugués de 2010 había sido mejor de lo esperado para que las tornas cambiasen. La subasta de deuda en Lisboa el martes 11 fue de perillas, y también las de España y otras.
Abramos foco y calendario. Hace poco más de un mes, la cumbre europea del 16 y 17 de diciembre se comprometió a "hacer todo lo necesario para garantizar la estabilidad de la zona euro". Purgando el comunicado de retórica, en román paladino "todo lo necesario" significaba que los 27 se negaban a duplicar el Fondo de Rescate para países en crisis, contra lo que les sugería el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn.
El desdén por el aumento del Fondo de Rescate y los eurobonos se ha disipado. El gran debate es su fecha
La cumbre también desechó la propuesta de emitir eurobonos para ir sustituyendo los distintos bonos nacionales, formulada por el premier luxemburgués Jean-Claude Juncker y el ministro italiano de Hacienda, Giulio Tremonti. En verdad, reformulada, pues antes la habían circulado otros, como el ex comisario liberal y rector de la Universidad Comercial Bocconi milanesa, Mario Monti, o el líder del PSE, Poul Nyrup Rassmussen. El Consejo Europeo no solo la desechó, sino que despreció a sus padrinos negándose a discutirla, como impuso Berlín.
Eso sucedía hace un mes. El lunes y martes pasados, el Eurogrupo y el Ecofin discutían del aumento del Fondo de Rescate. Y de su flexibilización. Sobre si este podría adelantar financiación a los países necesitados, pero no abocados al rescate. Y sobre si sería conveniente alimentar el Fondo no solo con la garantía directa de los Estados miembros, sino también mediante los fondos recolectables a través de emisiones de eurobonos.
¡Ambos asuntos, tan zanjados, habían resucitado raudamente! Señal de que son instrumentos convenientes para completar la unión monetaria. Tanto fue así que se dibujó un consenso a favor de las contrapartidas exigidas por Alemania, al fin y al cabo la mayor pagana o avalista en ambos instrumentos: mayores garantías de disciplina fiscal y posible avance adicional hacia la unión económica, mediante una armonización tributaria -al inicio, de bases imponibles más que de tipos-. Vere dignum et justum est. Tanto fue así que la única divergencia seria fue de calendario: de si el asunto irá a la cumbre del 4 de febrero o a la del 24 y 25 de marzo. Probablemente a las dos, a la primera para madurarlo y a la segunda para rematarlo. Lo que generará más emoción y angustias, y regateos y transacciones, porque en estos dos próximos meses habrá un buen número de subastas de deuda, pública y privada. Quizá más duchas escocesas.
¿Qué ha ocurrido en enero para rescatar la doble idea tocada y hundida? Además de los buenos resultados de las subastas ibéricas, que Estonia se sumó al euro como socio 17, un símbolo. Que, oportuno, Nicolas Sarkozy propuso el día 6 un Tesoro común con Alemania y otros países virtuosos para emitir eurobonos: y si lo postula París, ya no es delito, como ocurre si lo sugieren los enanos. Que Alemania se revalidó como locomotora al conocerse el histórico alza de su PIB, de un prometedor 3,6%, en 2010. Que China compró deuda periférica, portuguesa y española, al trote (Pekín es la primera reserva mundial de divisas, 2,85 billones de dólares); que Japón anunció la compra de 930 millones de euros, el 20% de la emisión de bonitos del Fondo de Rescate. Que la Comisión y el BCE se pusieron en campaña tanto por aumentar el Fondo como para flexibilizarlo. "De forma urgente", apremió el señorito de Fráncfort, Jean-Claude Trichet.
Es decir, una recua de noticias positivas, que han quitado dramatismo a la doble idea de modificar el tamaño y la operativa del fondo. Mientras, en la discusión soterrada de instituciones, cancillerías y ecofines, se ha ido prodigando un argumento probonos susceptible de encandilar a Alemania: si el Fondo de Rescate emite eurobonos y va reemplazando bonos nacionales, irá sustituyendo al BCE en la compra de estos últimos, lo que los más ortodoxos, entre ellos el alemán Axel Weber, han criticado a Trichet.
Pero los eurobonos no solo deben contemplarse como contrafuertes frente a las crisis, sino también como arquitrabes de una mayor unión financiera, al acabar con la fragmentación del mercado europeo de obligaciones. Y por tanto, ampliarlo, profundizarlo, irrigando mejor las necesidades de la economía productiva. Una recomendación encarecida: desde Internet, el elegante papel de Monti Una nueva estrategia para el mercado único, del 9 de mayo de 2010, páginas 63 a 65. Ducha templada. Un gozo.
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