Muerte súbita de un futbolista de 15 años del Alqueríes mientras jugaba

El deporte, el fútbol nuevamente, se cobró de manera extraña una joven víctima. Un chaval de 15 años natural de Vila-real, de nombre Kevin Lasso Valarezo, de origen sudamericano, jugador del cadete del Alquerías del Niño Perdido, equipo de Regional de un pueblo 15 kilómetros al sur de Castellón, cayó desplomado al poco tiempo de iniciarse el encuentro ante el club de la población vecina de Burriana. Al parecer, murió de manera súbita. "Estamos hechos polvo, porque se trata de un chico muy joven que tenía el fútbol como afición", declaró Rafael Gargallo, presidente del Alquerías C. F.

A los 15 minutos de iniciarse el choque, sobre las 11 de la mañana del domingo, Kevin, centrocampista del conjunto de La plana Baixa de Castellón, disputaba un balón de cabeza con un rival. Cayó al suelo y ya no se levantó. "No hemos podido hacer nada. Saltamos inmediatamente al terreno de juego y le hemos abierto la boca para que no se tragara la lengua", explica a EL PAÍS Fernando Personat, vicepresidente del club castellonense que relató con dolor lo acontecido en la cancha del nuevo estadio del Alquerías situado a apenas 200 metros de la carretera nacional 340 a su paso por la localidad castellonense.

¿Se encontraba algún médico del club o alguien con conocimientos en primeros auxilios? "No. Acudimos los que estábamos allí presentes y vimos que respiraba con dificultad y su corazón latía muy lentamente. Le practicamos maniobras de reanimación pero fueron inútiles", cuenta el vicepresidente del club. En campo del Alquerías no había desfibrilador portátil ni nada parecido. El fútbol profesional sí lo exige en las dos primeras categorías, en Primera y Segunda división, no siendo obligatorio en las demás divisiones, categorías inferiores, así como en estadios, polideportivos o recintos deportivos, en muchos casos de propiedad municipal. Su instalación depende de la voluntad preventiva de los ayuntamientos o de los titulares de las instalaciones o de los clubes deportivos.

Tampoco es obligada la presencia de un facultativo. En el momento del suceso, en el campo de Alquerías no se encontraba ningún familiar del jugador. La madre y su padrastro acudieron poco después avisados por los dirigentes del club castellonense aturdidos por la fatalidad del suceso.Se puede pensar que la muerte de Kevin fue inevitable, pese a que no había en el lugar ningún médico ni tampoco desfibrilador, aparato que se puede conseguir por 700 euros. Con la crisis, los ayuntamientos consideran un gasto superfluo o no lo contemplan como una prioridad en sus presupuestos anuales. Desde los clubes regionales no profesionales, cuyos exiguos presupuestos son sufragados mayoritariamente por subvenciones municipales y por el dinero que los propios chavales pagan por poder ejercer el deporte que les gusta, tampoco consideran preceptivo tal desembolso. "Por Dani Jarque tampoco se pudo hacer nada", intenta justificar como medida de consuelo Personat.

Sin embargo, Jarque falleció estando descansando y tras encontrarse indispuesto en la habitación de un hotel de Florencia donde su equipo realizaba la pretemporada en agosto del 2009. Nada se pudo hacer. Sin embargo, la rápida actuación y el uso del desfibrilador portátil, evitaron en cambio que Miguel Pérez, futbolista del Salamanca falleciera el pasado mes de octubre en el terreno de juego del Helmántico donde permaneció 25 segundos sin respiración, clínicamente muerto. La rápida actuación de los galenos del Salamanca y del Betis evitó un desenlace fatal. "Antonio Puerta me ha salvado la vida", declaró Miguel Pérez consciente de que algo cambió a raíz de la muerte del jugador del Sevilla tras desplomarse a finales de agosto del 2007 en un encuentro ante el Getafe y fenecer tras sufrir varios infartos. Entre las medidas preventivas, las revisiones médicas en los clubes regionales y en categorías inferiores son solo meros formalismos sin ningún examen exhaustivo.