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Andrés Rosende, entre el cine de autor y el entretenimiento

Un corto del director compostelano, que empieza a rodar su primera película, triunfa en Estados Unidos

"Las estrellas se alinearon", dice Andrés Rosende (Compostela, 1980). Entonces -2006- pasaron algunas cosas casi al mismo tiempo: obtuvo el Diploma en Estudios Avanzados de la Complutense, donde se licenció en Comunicación Audiovisual, con un trabajo sobre Jordi Grau, aceptaron su solicitud de ingreso en la Universidad de Columbia y la Barrié becó sus estudios de posgrado en Estados Unidos, especialidad dirección cinematográfica.

Un corto suyo, Escape, mereció recientemente el Director's Guild of America Student Film Award, uno de los premios que otorga el Sindicato de Directores de América, en la categoría de mejor obra latina de las escuelas cinematográficas del este. Una historia de vampiros latinos con sangre en las venas, perseguidos por una patrulla que podría ser de vigilancia fronteriza o cualquiera de esas milicias armadas con blasón propio, tan comunes en ese país a ambos lados de la autopista. "Fue antes del boom de los vampiros", puntualiza, aunque se dejó influir por la película sueca Let the right one in (Déjame entrar). "La idea parte de un proyecto de guión que eran dos. Quería hacer una historia de acción con vampiros y, por otra parte, un corto sobre la inmigración latina donde yo quedaba casi de predicador, cuando mi vida es bastante cómoda. Así que junté las dos cosas".

"No me gustaría hacer 'pelis' para el Reina Sofía", asegura Rosende

Rodado en Michigan con una pequeña cámara digital y montado bajo la tutela de su director de tesis en Columbia, Eric Mendelsohn (mejor director en el pasado festival de Sundance por 3 Backyards), Escape costó 16.000 dólares. En la búsqueda de financiación, entre otras cosas -"las fiestas en casas de cinco a siete", ríe-, se hace presente el choque cultural y el peso de la industria. Columbia le facilitó el equipo técnico, pero el dinero lo pusieron él y el productor dando clases durante seis meses en la misma universidad. "Aquí se nota la diferencia entre americano e internacional, que es todo lo demás. Tengo compañeros de clase que preparan cortos de 90.000 dólares y acaban haciendo un largo, sin beneficios para nadie y calidad dudosa, con la esperanza de que alguno dé el pelotazo". El corto se estrenó en mayo en Columbia y en octubre en Sitges. Era su último proyecto de tesis, pero ahora tendrá que hacer otro. Los 10.000 dólares del Premio James Bridges, que recibió por la dirección de actores, irán a la producción de su nueva película-tesis.

Antes de Escape, las historias de Nueva York del corto Snapshots, a medias con Kate Barker, también tuvieron salida comercial. Tras su estreno en el festival tejano South by Southwest, la compañía Future Shorts decidió comprar los derechos para venderlo en las líneas aéreas. "He hecho thrillers, acción, aventuras... Lo único que no he hecho es una comedia negra a lo hermanos Cohen". Con esa idea y un retrato de América de fondo empezará a rodar en febrero Mr. Bear. Como en las demás, el equilibrio que persigue, entre autoría y entertainment, es delicado. "No me gustaría hacer pelis para el Reina Sofía", resume, "aunque el videoarte tiene esa finalidad".

En su idea de género están Kubrick, Hitchcock y la "capacidad visual de Spielberg". O Grau, "que se pasó del neorrealismo al fantástico", Almodóvar y Amenábar. Que la industria masifique productos como Avatar, sin importarle a qué se debería parecer el cine, es otra cosa: "Están intentando que los videojuegos se parezcan al cine, que avanza sólo visualmente. Si el lenguaje se simplifica tanto, el público se atonta".

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Tras el estreno de Mr. Bear, previsto para mayo, se le acaba Columbia y llega "el mundo real, terrorífico y excitante". Seguirá viviendo en Manhattan un año más, pero su idea es volver. Entre sus proyectos, además del largo de Escape y una película bilingüe con una abogada dominicana en busca de sus raíces, está A sombra cazadora. Con la novela de Suso de Toro, entre la ciencia ficción y el realismo social, proyecta hacer una película ambientada en la Galicia del futuro. "En Galicia hay gente con talento hasta en efectos especiales. Lo que falta es industria".

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