"Madame Ximénez' debe abrir embajada en Armenia"
¡No es un tenista argentino, no es un pájaro, no es un avión! Es el ministro de Asuntos Exteriores de Armenia, gran trotamundos que recorre el planeta explicándose sobre el hogar histórico de su nacionalidad, reducto caucásico de extensión algo menor que Cataluña, las tres cuartas partes de cuyos hijos han anidado como inmigrantes en las cinco partes del mundo. Armenia, junto con Israel, es el primer país transnacional del planeta.
Edward Nalbandian, cincuentena, tez sonrosada, tono convincente como el de quien se ha pasado toda una vida haciendo la inteligente apología de un país semidesconocido, francés impecable y apetito justo, sostiene la conversación sorbiendo café y mirando escéptico la bollería fina. Para Armenia, un asunto de política internacional lo domina todo, Turquía, y, como dice cualquier armenio, "el genocidio" que cometió el imperio otomano contra su pueblo, más de un millón de muertos en la Gran Guerra (1915). Nalbandian agradecería los esfuerzos que pudiera hacer España como potencia mediadora y próxima a Turquía, con la que la une la bienintencionada pero ectoplásmica Alianza de Civilizaciones. Pero tiene poca fe, porque "Turquía pone constantes dificultades".
El ministro armenio tiene una misión: viajar en busca de amigos para su país
En 2009 se llegó a acordar la apertura de la frontera entre ambos países, pero Nalbandian acusa a Ankara de no dejar de presentar nuevas condiciones para ratificar lo acordado, como que Armenia -capital Erevan- deje de insistir en el genocidio. "Pacta sunt servanda", dice con impecable acento eclesiástico, para añadir que en cuanto el Gobierno de Erdogan esté dispuesto a actuar, Armenia hará otro tanto.
Pero su presencia en Madrid persigue un objetivo más modesto. Erevan tiene Embajada en España desde septiembre -un enérgico encargado de negocios- y quiere que su colega "madame Trinidad Ximénez" haga buena la promesa de su antecesor, Miguel Ángel Moratinos, quien en visita a Armenia en 2007 aseguró que abriría local in situ al año siguiente. Modesto pero complicado, porque las presentes estrecheces dan para pocas excursiones caucásicas. Y eso que Nalbandian es maestro de contabilidades. "Son ya 27 países los que han reconocido el genocidio", aunque queda de difícil interpretación si España lo ha hecho de iure o solo de facto. Pero 35.000 intelectuales y personalidades turcas firmaron recientemente una petición a su Gobierno para que presentara excusas a Armenia. "Il faut tourner la page", dice casi con un suspiro el diplomático.
Quienes no tienen, sin embargo, prisa en hacerlo son los armenios de la diáspora, en especial los 2,5 millones de Estados Unidos, un lobby a tiempo completo para que las instituciones políticas norteamericanas condenen en los más tajantes términos aquellos sucesos. La otra gran comunidad armenia del mundo es la rusa, con más de dos millones de miembros, y en Europa destaca Francia, donde Charles Aznavour es su icono más señalado.
En España hay unos 130.000 ciudadanos de ese origen, y algún número de restaurantes de comida armenia, a cuyos propietarios perturba que se confunda su gastronomía con la turca. "Nuestro café es armenio, y no de ningún otro sitio".
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