Un experto en hacer 'holdings'
Con un endeudamiento de 1.500 millones de euros, el Grupo SOS acaba de cerrar una ampliación de capital de más de 550 millones de euros y un acuerdo para reestructurar la deuda. La ampliación va a suponer la entrada en SOS de Ebro Foods con el 10% del capital y dos consejeros.
El fin de los interrogantes sobre el futuro del grupo aceitero se va a traducir igualmente en la llegada de Jaime Carbó como nuevo consejero delegado. Pasada la tormenta financiera y calmadas las aguas, ahora toca reconstruir y ganar el terreno no recorrido en el último año por una empresa en crisis que pensaba fundamentalmente en sobrevivir.
Jaime Carbó, 50 años, economista, casado y varios hijos, ha desarrollado su actividad profesional en el mundo financiero, trabajando en grupos como AB Inversores y Corporación Financiera Alba, así como en la empresa Uralita. Hace una década desembarcó en lo que es actualmente Ebro Foods, donde era consejero y director general.
Su nombramiento es resultado de un acuerdo entre Caja Madrid y Ebro Foods
Carbó ha sido en este periodo el brazo derecho del presidente, Antonio Hernández Callejas. Su llegada a SOS, aunque pudiera parecer lo contrario, no sería una imposición de Ebro, sino resultado de un acuerdo con Caja Madrid, accionista de referencia de la primera. José Manuel Fernández Norniella, vicepresidente de la entidad financiera madrileña, conoció a Carbó en su etapa de presidente de Ebro. En esta empresa, Carbó fue protagonista de la compra de Puleva. También ha jugado un papel clave, como hombre en la sombra, en la construcción de lo que hoy es el holding Ebro Foods y en su política de expansión por el mundo, muy especialmente en Canadá, EE UU o Australia, mercados de los que es un gran conocedor. Especialista en procesos de formación de grandes grupos, todo indica que llega a SOS para expandir la empresa y para construir lo que sería el gran holding alimentario SOS-Ebro, vía fusión o integración.
Está considerado un ejecutivo muy eficaz, analítico, exigente, personalista y a quien no le cuesta tomar decisiones. Vive a tope su trabajo y no resulta fácil para sus colaboradores seguir su ritmo.
Con todos estos calificativos, uno se podría imaginar un ejecutivo duro. Quienes han compartido responsabilidades con Carbó, le califican como un hombre de principios, honesto y hasta paternalista. "Buena gente", dicen. -
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