Un sueño casi verdadero

Tenga niños o no, si es usted amante del buen ballet no puede perderse esta cita en los Teatros del Canal. Los checos nos han hecho un regalo de navidad maravilloso, una obra montada en gran formato y calidades, con intención y buen gusto. Hacía tiempo que Madrid no veía un ballet clásico con este empaque.

La compañía de Praga es un ballet de oficio y así puede mostrar con efectividad esta versión de Cascanueces, donde Youri Vàmos ha engarzado con habilidad el cuento de Charles Dickens con el de Hoffmann que sirve de argumento base al original balletístico. Vàmos no usa la coreografía tradicional salvo en cierto perfume en los bailes corales (Copos de nieve y Vals de las flores) y en los registros canónicos del grand pas de deux, en la que sus retoques y adiciones no resultan agresivos ni molestan la lectura. Ese dúo debe su factura a Vainonen cuando en 1934 montó Cascanueces en el Teatro Kirov de Leningrado y ya daba más peso al personaje de Clara, que anoche interpretó Magdalena Matejková.

En el sueño del segundo acto lo asumió Nikola Márová, bailarina segura, de poco salto y que mostró cierto descontrol en esa diagonal de giros. Michal Stípa es un buen bailarín, y su príncipe dio muestras de excelencia como partenaire. Tanto Lubos Hajn como Istvan Kisch en los roles de Scrooge y Drosellmeier respectivamente se muestran hombres expertos de teatro.

Y cómo no hablar de los niños de los conservatorios madrileños, que se han integrado de maravilla en la producción.