Sospechosa para la IAAF
La federación internacional, escamada por la "corrección" de su perfil hematológico, sometió a la atleta palentina a un bombardeo de controles por sorpresa
Hay veces en que la corrección, la excesiva regularidad, es más sospechosa que el desorden, el caos. Así ocurrió con Marta Domínguez a ojos de la federación internacional de atletismo (IAAF), cuyos expertos antidopaje vieron hace ya varios años tan "correcto" el perfil hematológico de la atleta palentina, tan pocas y curiosas las variaciones, que no dudaron en incluirla en el lote de atletas sospechosos, aquellos de los que se tiene la certeza, basada en elementos indirectos, pero no la prueba directa, de que recurren al dopaje. A este grupo selecto, se les somete a más controles antidopaje en busca de la sustancia cuyos efectos en la sangre observan.
Así le ocurrió a Marta Domínguez durante el Mundial de Berlín 2009. Según fuentes conocedoras del caso, el viernes 14 de agosto, los inspectores antidopaje de la IAAF vieron tan sospechosos los valores de un control de sangre a la atleta -en el que se midieron su hematocrito-, hemoglobina y reticulocitos, que ordenaron que se le efectuara de inmediato un control de orina en el que se buscaría EPO y CERA. Tanta prisa se dieron los inspectores para hacerlo al día siguiente por la mañana temprano que no se percataron de que solo unas horas más tarde (a las 11.18) la española debía correr las series de los 3.000 metros obstáculos. Domínguez y su gente protestaron airadamente por el control y la IAAF reconoció que quizás había actuado con una cierta falta de respeto a los derechos de la atleta. El control, de todas maneras, fue negativo, como todos a los que se ha sometido Domínguez en su carrera. Dos días después, la palentina, que no corrió muy bien la serie, se proclamó campeona del mundo con una marca extraordinaria de 9m 7,32s, la mejor mundial del año y aún la tercera de la historia.
Un análisis de orina antes de la semifinal del Mundia de Berlín hizo saltar las alarmas
Las sospechas de la IAAF no solo derivaban del dibujo que se podía trazar con los datos hematológicos de Domínguez a lo largo de los años, siempre en los límites permitidos, de todas maneras, sino también, desde antes de los Juegos de Pekín, en 2008, por la alerta lanzada desde la federación española cuando anunció que colaboraría con César Pérez, el técnico de obstáculos también imputado en la Operación Galgo.
Aunque la federación española no puede abrirle expediente por presunto dopaje a Domínguez -la posesión de sustancias prohibidas, de lo que la acusa la Guardia Civil, ya es motivo de sanción- mientras continúe imputada por la vía penal, sí que podría aplicarle una suspensión provisional. Sin embargo, dado que la campeona del mundo anunció que se retiraba temporalmente debido a su embarazo y a que no ha expresado su intención de competir en los próximos meses, esa medida no es urgente. De todas maneras, aunque no se demuestre su culpabilidad, el levantamiento de la imputación llevará meses, según expertos juristas.
Aun antes de poner en vigor el pasaporte biológico para los atletas, lo que le permitiría sancionarlos basándose solo en métodos indirectos, sin necesidad de una prueba de dopaje hallada en un control, los dirigentes antidopaje de la IAAF saben de los variados métodos para trucarlo, los que permiten la excesiva "corrección" que en el fondo delató a Domínguez: uso de EPO en pequeñas dosis tras una estancia en altitud y uso de la hormona antidiurética, aunque esta sustancia, que se utiliza para tratar la incontinencia y la enuresis, deja como huella un aumento del volumen de los glóbulos rojos, un efecto que se ha observado en numerosos perfiles sospechosos.
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