Don Van Vliet, Captain Beefheart, el rock experimental
Muy amigo de Frank Zappa, dedicó sus últimos años a la pintura
La voz de Don Van Vliet, Captain Beefheart para el rock experimental, se apagó el viernes a los 69 años en un hospital del norte de California. De difícil catalogación, como corresponde a una suma de alaridos, gruñidos, gimoteos, graznidos y rebuznos que llevó las enseñanzas de Howlin' Wolf al extremo, se había extinguido en realidad para la música en 1982, cuando Van Vliet pasó la página de su carrera al frente de la Magic Band para dedicarse a la pintura como practicante de un ¿colorido expresionismo abstracto? que le valió una vejez misteriosa aunque rentable. Fue precisamente su galería neoyorquina Michael Werner la que dio la noticia del fallecimiento, debido, afirma una escueta nota, a "una esclerosis múltiple".
Sus discos de finales de los sesenta, muy especialmente Safe as milk y Trout mask replica, gemas subterráneas de esas que se pasan de mano en mano, le garantizarían por sí solos una silla en la última cena del rock de vanguardia. Tomando como punto de partida las estructuras del viejo y sucio blues del delta del Misisipi, la poesía surrealista y el dadaísmo como estilo de vida, Captain Beefheart plasmó en su obra cumbre, Trout mask replica (1969), obtusa, pesada e intimidante como solo solían serlo los dobles álbumes, toda la ansiedad del fin de una era en California, que despertaba con una monumental resaca del sueño hippy.
De ese mismo año es su interpretación de Willie the pimp en los primeros compases de la inconmensurable joya de jazz rock Hot rats, de su amigo, mentor (y productor en Trout mask replica) Frank Zappa, guitarrista y compositor extraordinario. Esa oda rasposa a Willie, odioso proxeneta, marca el punto álgido de una relación que surgió a mediados de los sesenta en el estudio de Zappa en Cucamonga (campeón de los topónimos californianos). En 1975, ambos firmaron a medias Bongo fury, cáustico directo, desde Austin (Tejas).
Pese a que muchos aficionados, sobre todo en Europa, conocieron a Captain Beefheart como al amigo con bigote y sombrero de Zappa, acabaron por amarlo como un ente aparte de sobrada personalidad. La discografía de la Magic Band permaneció sólida y fiable en los años setenta, merced a un estilo que se fue depurando hacia un blues rock menos agresivo. Un ejemplo de esto puede hallarse en la banda sonora de El Gran Lebowski, que incluye la romántica a su manera Her eyes are a blue million miles.
Su enigmática y tiránica personalidad (así lo han consignado en sus memorias varios miembros de su banda) alcanzó proporciones míticas cuando decidió aparcar la música y emprender una carrera como artista a principios de los ochenta que le llevó a exponer en el museo de arte moderno de San Francisco. En cierto modo fue la realización de una vieja aspiración de sus tiempos de estudiante de pintura. Como recordaba recientemente Lee Ranaldo de Sonic Youth, solo una de las muchas bandas de avant rock de las últimas dos décadas que proclaman su decisiva influencia, aquel cambio saneó también sus cuentas corrientes. Un óleo de Don Van Vliet rondaba antes de su muerte los 40.000 dólares (30.500 euros).
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