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La única planta de reciclaje de frigoríficos lleva tres años inactiva

Problemas técnicos bloquean el proyecto del Consell con fondos europeos

La Consejería de Medio Ambiente mantiene sin inaugurar desde hace más de tres años la única planta de reciclaje de frigoríficos que existe en la Comunidad Valenciana. La instalación, construida en el polígono industrial de Agua Amarga de Alicante, supuso una inversión de 3,6 millones de euros, y contó con la subvención de la Unión Europea (que aportó el 80% del total). La planta se terminó hace algo más de tres años, pero sigue cerrada e inactiva. Distintos problemas han ido retrasando la puesta en marcha de esta nave de tratamiento que tendrá capacidad para reciclar 35.000 frigoríficos al año (unas 20 unidades por día), según las estimaciones de la empresa pública Vaersa, gestora de la instalación.

El primer obstáculo que ha frenado la puesta en marcha de la planta surgió tras terminar la obra. Al realizar las pruebas de inicio de la instalación, cuando los gestores se dieron cuenta de que la maquinaria instalada estaba preparada para recoger el gas CFC que se instala en los frigoríficos más antiguos, pero no para tratar el ciclopentano (que no contamina la capa de ozono), que se usa en los electrodomésticos actuales. Este primer inconveniente tuvo que corregirse y resolverse con la maquinaria adecuada.

Pero después surgió un segundo imprevisto: la planta se encuentra ubicada en una zona de terreno inestable, donde además se han ido instalando otras industrias que han implicado un movimiento de tierras. También se acometieron nuevas obras para subsanar esta deficiencia, agrega Vaersa.

Y resueltos los problemas técnicos, la situación que bloquea en la actualidad la puesta en marcha de esta "necesaria instalación", en palabras de Vaersa, es la negociación que la Consejería de Medio Ambiente mantiene con tres empresas con la pretensión de pactar un convenio que regule las condiciones en las que una de estas firmas trasladará los frigoríficos, domésticos o industriales, a la planta para su tratamiento y reciclaje.

La negociación se prolonga ya desde hace meses y aunque fuentes de Vaersa expresan su deseo de lograr un acuerdo en breve que permita ponerla en funcionamiento, tampoco descartan ponerse en contacto con otras empresas si la negociación actual finalmente no fructificara.

La planta de reciclaje para frigoríficos tiene una superficie construida de algo más de 2.000 metros cuadrados que se distribuyen en dos alturas. La nave, donde se extraerá el gas de los frigoríficos (un elemento más que contaminante, inflamable), separará también el cobre, el aluminio, el plástico o el vidrio que contienen los electrodomésticos para remitir después todos estos materiales a un reciclador para crear nuevas materias primas. La planta, de capital y gestión pública, pretende autofinanciarse y ser autosuficiente. La empresa Vaersa estima, asimismo, que el funcionamiento de la instalación creará entre seis y nueve empleos de forma directa. A ello se sumarán otros empleos indirectos, por ejemplo, en las actividades logísticas.

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