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Crítica:POP Ke$ha
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La alternativa de la Barbie 'malota'

A falta de Stefani Angelina, buena es una ración de Kesha Rose Sebert. El concierto en el Palacio Municipal de Congresos de la rubísima, felina y sinuosa Ke$ha, una macarrilla de sangre burguesa con $ de me-voy-a-forrar-con-tanto-bailoteo, se convirtió en una alternativa ligera y púber para los descarriados que no compraron a tiempo la entrada de Lady Gaga. Fue un premio de consolación en forma de diva juvenil que convierte sus espectáculos en algo parecido a la fiesta de graduación del instituto, con la chavalería despepitada desde los primeros acordes de Blah blah blah. Porque había en la platea amplia mayoría de jóvenes sin derecho a voto, una generación más adicta a los Bocabits y las pulseras fluorescentes que a los piercings y el mini de cerveza.

Ke$ha empuña una guitarra con forma de rifle, dispara avalanchas de confeti y se explaya en un escenario de luces discotequeras, purpurina y chicas con el culo al aire. Dos bailarines pintarrajeados la sobetean durante la sesión, metáfora de libertinaje hormonal: nada más edificante que tatuarse con el boli Bic y engatusar a la Barbie malota de clase.

Algunos sufridos padres acompañan a sus retoños entre el público y se resignan a que nadie haga uso de las butacas. Toca levantarse y esbozar algún bailoteo. Todo muy cándido y adolescente, siempre que no se preste atención a las letras: Ke$ha dedica Stephen "a un novio que nunca llamaba, el muy cabronazo", y otras alusiones pondrían muy nerviosos a esos tertulianos sicalípticos de la tele autonómica. Doce canciones y 55 minutos después, los bailarines nos enseñaban sus gayumbos con la bandera USA (vaya por Dios) y las caderas se habían revolucionado con Take it off, Your love is my drug o Tik tok. Y todos a casita, que hoy toca Física y Química en el insti.

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