Medio día con Chopin
Un maratón musical celebró el bicentenario del compositor polaco
Los Teatros del Canal han vivido una particular loca jornada en torno a Frédéric Chopin, con 12 horas ininterrumpidas de música, danza, teatro para niños, exposiciones y hasta una demostración de gastronomía a cargo de la cocinera polaca Krystyna Siudek. Se ha comprobado una vez más que las formas de programación imaginativas atraen con naturalidad a nuevos públicos. El maratón Chopin sigue en cierto modo el esquema de Música-Musika en Bilbao, a punto de cumplir 10 años en este tipo de experiencias monográficas alrededor de un autor, época o estilo. Nantes, Lisboa, Río de Janeiro o Tokio también son ciudades partidarias de programaciones intensivas en torno a un tema durante un periodo de tiempo concentrado. Los Teatros del Canal han cambiado de paisaje gracias a una masiva asistencia de público de todas las edades y a todas horas.
El concierto-estrella ha estado protagonizado por la Orquesta de la Comunidad de Madrid, bajo la segura dirección de José Ramón Encinar, que, con la colaboración de un inspirado Nicolai Luganski, ha interpretado los dos conciertos para piano y orquesta de Chopin. El pianista se despistó por el laberinto de pasillos y llegó unos minutos tarde al concierto, lo que levantó una oleada de simpatía. Antes de la inmersión chopiniana de Luganski y Encinar el Coro de la Comunidad, dirigido por Jordi Casas, interpretó la Balada de Mallorca, de Falla, compuesta en homenaje al compositor polaco.
Chopin ha vuelto a demostrar su carisma y su popularidad. Representa un cierto espíritu del romanticismo decimonónico, el asociado al piano como instrumento emblemático de la burguesía emergente. También se asocia la figura de Chopin a una espontaneidad melódica y sentimental de buena ley.
El público, muy diferente al habitual de los conciertos clásicos, aplaudió con un calor contagioso a los artistas. Luganski correspondió incluso con una fantasía chopiniana después de sus dos conciertos con orquesta. La jornada se vivió como una fiesta. En realidad es lo que era: un homenaje de recuerdo al compositor en el centenario de su nacimiento. Ha pasado un siglo pero Chopin y su música siguen vivos hoy como siempre.
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