Y el espectáculo continúa
- Bilbao acoge el noveno Encuentro de Malabaristas y Artistas de Circo - 300 profesionales han actuado en funciones en la calle y galas
"Conocí a un francés que llevaba tres años viajando por Europa y ganando dinero con los malabares y pensé: 'Yo también quiero aprender". De ese encuentro hace ya más de una década y Xabier Larrea, de 33 años, ha logrado conocer mundo y dejar su profesión de fontanero para vivir de su afición. Este bilbaíno es uno de los fundadores de la asociación vizcaína Koblakari, ubicada en Rekalde, única escuela de técnicas circenses de Euskadi.
Este centro, que aglutina a una treintena de profesionales de los malabares y las acrobacias, ha decidido aderezar el puente de la Constitución en la capital vizcaína con varias jornadas dedicadas a estos espectáculos, en las que participan 300 artistas. Hoy concluye el noveno Encuentro de Malabaristas y Artistas de Circo con una sesión multidisciplinar en la plaza de Rekalde (12.30).
La asociación Koblakari, la única de su tipo en Euskadi, organiza la cita
"Lo visual no basta. Hay que meter humor", dice el fundador del grupo
Larrea asegura que ni el País Vasco ni España en su conjunto son lugares donde la disciplina circense tenga tradición. De hecho, él se formó en las escuelas de circo de Inglaterra y La Habana, donde aprendió técnicas acrobáticas, los secretos del clown y de los malabares. Estos espectáculos cuentan con especial peso en Francia, Alemania e Inglaterra. Allí se estilan actuaciones cortas y con gran dificultad técnica de 10 minutos. "Aquí te piden entre 40 minutos y una hora aunque el nivel sea más bajo", punta. Lo de escaparse con el circo no es una leyenda, aunque las condiciones "no suelen ser las mejores", indica Larrea.
El secreto para completar con éxito los números pasa, como en tantas otras actividades, por "entrenar mucho", aunque siempre hay manos más hábiles que otras. También resulta importante introducir chistes o notas de humor. "El aspecto visual por sí solo no basta", señala Larrea. Centrado en el teatro de calle y otros espectáculos en sala, el promotor de Koblakari hace tiempo que no "hace gorra" -actuar en la vía pública-, aunque todavía sale a la calle de vez en cuando para comprobar si algún número funciona o no.
¿Les ha afectado la nueva ordenanza que regula el uso del espacio público en Bilbao? Ahí interviene el francés Paul Koechlin, de 23 años, quien sí usa la calle como escenario. "Se nota mucho la diferencia. Ahora la policía te identifica y solo se puede permanecer un tiempo en un mismo sitio", se lamenta.
Otro punto relevante para Koechlin es la competencia de Internet, que muestra vídeos con saltos mortales de película: "Es imposible competir con eso, pero nuestro fuerte es que se trata de un espectáculo en vivo".
"El ocio se ha vuelto cada vez más específico y siempre hay un hueco para el circo. Aún funciona", reflexiona Larrea, quien reclama una escuela de circo en Euskadi. De hecho, el número de espectáculos celebrados ha aumentado en los últimos años.
Talleres infantiles, un torneo de voley-mazas, espectáculos circenses, seminarios para profesionales y una gran gala celebrada ayer en el Euskalduna han sido algunos de los actos principales del programa.
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