Cantona contra los bancos
En octubre, Eric Cantona propuso en un periódico de Nantes una fórmula drástica, pero no violenta, para desencadenar la revolución y colocar al capitalismo contra la pared. Nada de revueltas, nada de armas, nada de grandes concentraciones ni de movimientos de masas para tomar el Palacio de Invierno (o el que ahora mismo toque). La idea era mucho más simple: el ex futbolista francés invitaba a todo el mundo a dirigirse tranquilamente a su banco y retirar de allí su dinero. La única condición para que la cosa funcionara era que la gente decidiera llevarse sus ahorros el mismo día. La cita ha llegado: ese día es hoy.
No suele ser habitual que una noticia salte en los periódicos de la sección de Gente a la de Economía. Tampoco es frecuente que la misma persona salga, según el momento, en distintas partes del periódico. Eric Cantona empezó como futbolista en el Auxerre de Francia en 1983 y, tras pasar por varios clubes, se retiró en 1991 tras el calentón que tuvo contra un árbitro (le tiró el balón en la cara) y la sanción que le cayó después. Decidió entonces probar en Inglaterra, donde alcanzaría la gloria en el Manchester United como un delantero eficaz y brillante: los aficionados del club lo declararon en 2001 el mejor jugador del siglo XX.
Su fama comenzó, pues, en Deportes. Pasó luego a Cultura, como actor de distintas películas: en la última que ha hecho -Buscando a Eric, de Ken Loach- se interpreta a sí mismo. Ocupa con frecuencia las páginas de Publicidad, por sus anuncios con Nike, y le corresponde Sociedad por su trabajo por los desfavorecidos en la Fundación Abbé Pierre.
A Gente llegó por su reciente invitación a colapsar los bancos: se leyó como la idea peregrina de un tipo famoso al que le gusta
la notoriedad. Pero la andanada empezó a crecer y ya tiene miles de seguidores en Internet: StopBanque, un movimiento surgido en Facebook, es el que ha convocado la revolución para hoy. Llévense su dinero, hundan el sistema. Con 60.000 españoles apuntados ya a la gesta, Cantona saltó a Economía. Es ahí donde llegó para los soñadores el chorro de agua fría. Y es que solo el pánico a perder dinero puede movilizar a la inmensa cantidad de gente que hace falta para hacer de verdad daño
a las instituciones financieras.
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