Dresde sobre Dresde
El 80% del casco antiguo de la ciudad alemana fue reducido a escombros durante la II Guerra Mundial. Pero se ha reconstruido y también hay huecos para la buena arquitectura contemporánea
Es una de las urbes favoritas de los turistas españoles en Alemania, y con razón. Dresde, la histórica capital de Sajonia y la más poblada de ese land alemán (517.677 habitantes), fue mimada y colmada de tesoros por Augusto el Fuerte (1670-1730), mereciendo el apodo de "la Florencia del Elba". Y es que está a orillas de ese río largo, caudaloso y navegable, en el fondo de un valle de 30 kilómetros, todo él declarado hace unos años patrimonio mundial (acaba de perder el título por la construcción de un polémico puente). Dresde es además un símbolo y una metáfora. Símbolo del horror de la guerra, ya que fue ciudad mártir de la segunda contienda mundial. Metáfora de resurgimiento, sobre todo a partir de la reunificación alemana: desde entonces, Dresde es, junto con Berlín, un frenético laboratorio de urbanismo y arquitectura, un escenario de tendencias y guiños de modernidad.
09.00 Llegar y moverse
A Dresde se puede llegar en barco o en avión (desde España, vía Múnich o Fráncfort), pero el chorro principal de viajeros utiliza el tren. La Hauptbanhof (estación central de ferrocarril) fue remodelada por Norman Foster, quien cubrió con techos transparentes de teflón el viejo armazón de hierro y cemento clasicista. Una excelente red de tranvías permite llegar al centro, donde están los hoteles con más caché: el Kempinski (Taschenberg 3, www.kempinski-dresden.de ) ocupa el palacio barroco de Taschenberg, que Augusto el Fuerte regaló a una de sus amantes. Vanguardia y diseño en QF Hotel (Neumarkt 1, www.qf-hotel.de ) y en el Steigenberger Hotel de Saxe (Neumarkt, 9), que ocupa el solar del antiguo hotel de Sajonia, donde Clara Schumann estrenó obras de su marido. También sigue una línea futurista el recién abierto Innside by Meliá, detrás de la Frauenkirche (www.innside.de ). Otra buena opción es el NH Dresden
(Hansastrasse 43, www.nh-hotels.com ).
10.00 El corazón torturado
Estos hoteles bordean la Neumarkt, la plaza mayor, que fue reducida a cenizas la noche del 13 al 14 de febrero de 1945, lo mismo que el 80% del casco antiguo; 35.000 civiles fueron masacrados por los aviones aliados. En el centro de la plaza vuelve a alzarse, desde hace cinco años, la Frauenkirche (www.frauenkirche-dresden.de ), la catedral protestante, con todo su esplendor barroco, como si la pesadilla bélica solo hubiera sido un sueño. Todas las manzanas que la arropan y forman la plaza están siendo rehechas en un titánico proyecto (Quartier Frauenkirche), todavía inacabado. En la posguerra se levantó en la plaza gemela Altmark un Palacio de la Cultura mamotrético que se ha respetado como muestra de la estética comunista; es sede de la Orquesta Filarmónica (dirigida hasta el próximo año por Rafael Frühbeck de Burgos) y acoge también conciertos de música pop. Al lado queda el Palacio Real, que sigue en reconstrucción (prolongada por la crisis), aunque ya se visita buena parte (Taschenberg, 2, 10 euros). En el exterior, el Cortejo de los Príncipes es un gigantesco friso de cerámica de Meissen, la ciudad vecina donde los alquimistas de Augusto dieron con la fórmula de la preciada porcelana de Sajonia. Frente al palacio, el Zwinger, pabellón rodeado de jardines (invernadero real) que Pöppelman diseñó para Augusto, acoge la Gemäldegalerie, una de las mejores pinacotecas de Alemania (Theaterplatz, 1).
12.00 Terraza a la italiana
La vecina catedral católica, también rehecha, aunque no quedara tan dañada, nos acerca a la llamada Terraza de Brühl, un paseo a cuyos pies se extiende el muelle del Elba. La terraza es el salón vecinal donde pasear o tomar el aperitivo al amparo de solemnes edificios como el Parlamento Sajón, la Academia de Bellas Artes, las Grüne Gewölbe (Bóvedas Verdes, un sector aparte del palacio donde se alojan los tesoros reales) o el Albertinum, cuyas colecciones fueron reabiertas el pasado verano (entrada, 8 euros). Desde la terraza se atisba la nueva Sinagoga (Hasenberg, 1), compuesta por dos cubos ciegos en el lugar donde se alzaba la antigua, obra de Gottfried Semper arrasada por los nazis. La terraza y las calles aledañas son buena zona para comer, en sitios tan evocadores como Altemeister
(Theaterplatz, 1, 0049 351 481 04 26) o Italienisches Dörfchen(Theaterplatz, 3; 0049 351 49 81 60, en un edificio que alojó a los obreros italianos de la catedral). El Kastenmeiers (Tzschirnerplatz 3-5; 0049 351 48 48 48 01) es un restaurante de pescado en el Kurländer Palais, palacio barroco donde organizaba banquetes Augusto el Fuerte, y foro ciudadano durante el comunismo.
15.00 Visita a la Volkswagen
El café o la sobremesa se pueden acoplar a un paseo, por ejemplo, en la Praegerstrasse, arteria vital en la etapa comunista donde los edificios se depuran o revisten de manera que llegan a ser otros. Esa práctica se extiende en general a toda la ciudad, que abandona la grisalla marxista por el blanco y una gama alegre de colores y materiales. Como el vidrio, empleado en la cercana Kugelhaus (centro comercial) y en el Ufa-Palast, un cine que parece un gabinete del Dr. Caligari hecho en cristal. También de vidrio es la fábrica de coches de la Volkswagen (Gläserne Manufaktur, Lennéplatz, 1), que se puede visitar y es todo un emblema por su transparencia. Muy interesante es la biblioteca de la Universidad, con dos bloques emergentes que recuerdan a la sinagoga (los libros y la gente se hallan bajo tierra). Habrá que esperar un año más para ver el Museo de la Guerra, que está ultimando, a las afueras, Daniel Libeskind.
17.00 Real y ligón
La tarde se presta a dar un paseo en barco. Son muchas las posibilidades; pero es inexcusable la excursión a Pillnitz, un palacio chinesco rodeado de jardines que Augusto el Fuerte regaló a la condesa Cosel, una de sus amantes más duraderas (cambiaba de amante cada dos años, y dice la leyenda que llegó a procrear 365 hijos). Estuvo en España, en Aranjuez, con cuyo palacio guarda notable parecido Pillnitz. Los barcos navegan orillando colinas cubiertas de viñedos, villas y palacios. Es parte de la Weinstrasse o ruta del vino, que recorre pueblos deliciosos y quintas históricas, como las que ocuparon Schiller, Goethe o Wagner.
20.00 Noche de gala
El monarca, aupado a un corcel de bronce, preside el Augustbrücke (puente de Augusto), que separa el casco antiguo de Dresde de la Neustadt (ciudad nueva). Esta hace honor a su nombre con la abigarrada vitalidad de tiendas y talleres alternativos (como el surrealista Kunsthofpassage) y numerosos restaurantes étnicos donde cenar. Pareja animación se puede hallar en las calles que abrochan la Neumarkt con la terraza del Elba; también es posible una cena romántica a bordo de un vapor (www.kahnaletto.de ). La noche se puede vestir de gala en la Ópera de Semper , donde estrenaron Wagner, Strauss y otros maestros, y cuya orquesta titular, la Dresdner Staatskapelle, tendrá a su cargo a partir de 2011 Christian Thielemann (www.semperoper.de ).
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