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Columna
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El sucesor

Casi 20 años ha tardado Rita Barberá en encontrar sucesor para que un siglo de estos, Dios mediante, su legado de devastación halle continuidad. Está escrito: sobre esta iglesia amontonaré mis escombros, o algo parecido. El entontecido cuerpo electoral apenas notará la diferencia, más allá del desparpajo, los abrazos sentidos, la natural espontaneidad entre paradas de mercados y el vozarrón de mando. Son cosas que se aprenden y Joan Calabuig, un profesional aplicado que recorre todos los peldaños del escalafón, uno tras otro y sin saltarse dos seguidos para no tropezar, aprenderá con el tiempo. Descarte el grito de Tarzán, que tiene derechos de propiedad. ¿Calabuig no es del PP? Apenas se notará llegado el momento, y no llegará hasta la próxima glaciación. La gerontocracia conservadora tiene tiempo para hacerse a la idea y la cara amable de la derecha, es decir, esta socialdemocracia de rompe y rasga, tal vez ande un poco desconcertada, pero es que los parecidos entre el régimen y lo que se vende como alternativa son evidentes. En cambio, encontrar diferencias empieza a ser más difícil que resolver el sudoku del periódico.

Pocos días ha necesitado Calabuig para sumir en la perplejidad a su parroquia y a media docena de votantes no identificados que orbitan por el espacio sideral. Y ello pese a los esfuerzos del equipo saliente por subtitularle un discurso que se entiende sin necesidad de traductores. La primera, en la frente. Rendición, digo bendición apostólica del pelotazo del Mestalla, para garantizar la supervivencia de la mercantil deportiva. Confundiendo el papel de oposición defensora del patrimonio público y los intereses generales con la de verdugo, no de los jugadores en el campo, sino de los manirrotos gestores de la sociedad anónima, acaban de indultar a quienes provocaron el hundimiento con la imprescindible complicidad del PP municipal. Ya se sabe que la turba impone y la marca blanca de Caja Madrid también aprieta lo suyo para no comerse con patatas el pasivo y la deuda de la empresa, pero es que los de Alarte lucen los ideales tan elásticos, que no hace falta sastre que amplíe unas hechuras por las que cabe todo ¡Qué garganta, cielos! Apenas amnistiados los excesos urbanísticos a cambio de buenas palabras y sin necesidad de pedir dos entradas de palco para este domingo, en que se enfrentan el Real Madrid y el filial, llega el nuevo líder carismático -que como su antecesora compatibilizará sueldo en Madrid y horticultura urbana de fin de semana-, para anunciar que suscribe con Rita el objetivo de trepanar El Cabanyal, aunque con bisturí y sin bravuconadas. La guinda, a la espera de otra sustanciosa carga, la pone el aspirante con su apoyo al parque de Ferrari. Sin palabras. Puede que sea una estrategia para desorientar al adversario, pero Rita ya tiene sucesor. ¡Aleluya, aleluya! Que pase el siguiente.

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