"Al PIB le da igual la venta de un arma que un litro de leche"

David Cortés, socio fundador de la consultora Auditevaluation, recurre al siguiente ejemplo para explicar a qué se dedica una firma de evaluación de políticas públicas que busca medir la sensación de bienestar en la población: "Hay un caso de una ciudad sueca en el que el indice de percepción de seguridad no era adecuado, a pesar de que tenían policía por todos lados. Se hizo un estudio y decidieron dos cosas: mejorar la iluminación en las calles y permitir que el autobús nocturno no parase solo en las paradas, sino cuando la gente tocara el timbre, para que el trayecto que tuvieran que caminar solos de noche fuese el más corto posible. Y uno de los indicadores que se utilizó era el de número de mujeres solas que cogen el autobús por la noche".

"Un indicador de seguridad que vale para un lugar puede no serlo para otro"

Su firma busca dar a los políticos instrumentos que les permitan mirar más allá del PIB como índice tradicional para medir el bienestar. Cortés asiste a la primera edición del Congreso Europeo de Proximidad, Participación y Ciudadanía, organizado en Vitoria por la Fundación Kaleidos.red, que reúne a 17 Ayuntamientos de España.

Pregunta. ¿Supone el PIB un indicador fiable para medir el bienestar de un territorio?

Respuesta. Los estudios dicen que por encima de 20.000 dólares de renta per cápita, cada dólar de incremento no se corresponde con un aumento del bienestar subjetivo. Una vez que las necesidades básicas están cubiertas, lo que nos hace felices es tener un entorno cohesionado, amigos o un entorno medioambiental sano en el que desarrollar su vida. Todo esto no está recogido por el PIB, al que le da lo mismo un dólar generado por un litro de leche que por la venta de un arma. Si los gestores pudiesen medir qué políticas públicas incrementan esa percepción de bienestar serían mucho más eficientes. Eso es lo que intenta medir nuestro modelo.

P. ¿Cómo se elabora?

R. Mezcla indicadores objetivos y subjetivos. Se agrupan en tres grandes dimensiones: la personal, la social y la local. En la personal, se establece a través de encuestas el nivel de autoestima, preguntando sobre las expectativas de tener un futuro mejor. En la social se miran aspectos relacionales, como el grado de cohesión social (amigos, familia). En el local, se mide, entre otras cosas, la fuerza de la economía en la zona, incluyendo los indicadores habituales (PIB y tasa de paro) y cuestiones como la seguridad, el urbanismo o el medio ambiente (calidad del aire o el agua, o zonas verdes disponibles, entre otros). Estos indicadores se ponderan hasta tener un índice sintético. El político tiene al final un mapa concreto de qué tipo de políticas necesita su ciudadanía.

P. ¿ Los indicadores permiten comparaciones?

R. Son modelos que deben definirse en clave local, porque un indicador de seguridad que vale para un lugar puede no serlo para otro. La tasa de posesión de armas de fuego no significa lo mismo en Barcelona que en Medellín o en Nueva York.

P. ¿Algún Ayuntamiento en España lo está llevando a la práctica?

R. De momento, no. Es complicado convencer al político que está con asuntos más inmediatos en la cabeza con esto, que es trabajo a medio plazo. En países como Bután, Australia, Reino Unido o Canadá están siendo muy activos en este ámbito. En España queda un largo recorrido para aprender a evaluar las políticas públicas.